Cátedra Jorge Basadre

Blog-Homenaje a la memoria de Jorge Basadre,
Historiador y Profesor de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos

jueves, agosto 31, 2006

TOMO XVIII:
Jorge Basadre y la promesa republicana

Por Enrique Hulerig Villegas

Catedrático en la Universidad Católica, Juan Luis Orrego es uno de nuestros historiadores jóvenes con más proyección. Su libro "La ilusión del progreso: los caminos hacia el Estado-Nación en el Perú y América Latina" (Lima, 2005), desarrolla el tema que Basadre promoviera en su obra. Conversamos sobre proyectos de país en el Perú, un poco como prólogo al último tomo de la "Historia de la República".

¿Qué diferencia la independencia del Perú de otras independencias americanas?

Hubo un hilo conductor en la independencia americana: que fue una guerra civil con americanos en ambos bandos. La diferencia está en cuán complicadas fueron las independencias. En ese sentido, las independencias del Perú y México fueron las más complicadas porque eran territorios muy grandes, con poblaciones muy diversas; además, ambos con la masa indígena más importante en América Latina, que tampoco era homogénea; con minorías blancas, sectores mestizos en ascenso, esclavos, castas. En ese escenario tan heterogéneo es casi imposible encontrar puntos de encuentro, es decir, si la independencia se hacía en forma de república o monarquía o si república parlamentaria, presidencial, liberal, etc. Sumemos a esto que la población no veía la necesidad de una independencia. El gran desafío de la independencia no era separarse de España sino construir una sociedad con otros parámetros, donde ya no existan indios, negros, blancos, sino ciudadanos republicanos, lo que significa un reordenamiento político, social, económico. Nos independizamos para crear una nueva sociedad que aún no hemos consolidado. La vida democrática sigue estando pendiente.

La construcción del proyecto de nación pasa por la idea de ciudadanía.

Sí. La independencia buscó abolir una sociedad jerarquizada por criterios de casta, es decir, color de piel, y criterios de estamentos, vale decir, privilegios. Esta era una sociedad dividida por cuestiones de piel, de aristocracia y plebe. La idea era tener un sistema de gobierno participativo.

Tampoco se ha resuelto nuestra relación con San Martín o Bolívar.

Si bien ambos buscaban la independencia, San Martín vino para negociar; y no quería que sus acciones se alejen de la opinión pública. Bolívar buscaba la independencia en base a una guerra de ocupación. ¡Y le declara la guerra al Perú! No viene a negociar sino a imponer su modelo. Su figura causó rechazo y mucha gente que apostó por el proceso, se retracta. Bolívar no entendía al Perú: una cosa era el territorio colombiano y otra el Perú, epicentro del poder español en América del Sur.

Bolívar descabeza a la élite del Perú.

Cuando Bolívar llega al Perú ya buena parte de la aristocracia limeña se había ido a España. La que quedaba se refugió con Rodil en el Real Felipe. Y es que no toleraban que Bolívar quisiera convertir al Perú en un satélite de la Gran Colombia. En el Real Felipe muchos morirían con peste, como Torre Tagle.

¿Esa clase política sobrevive?

La clase política peruana queda descabezada desde antes de Bolívar, porque apostó por el bando realista, que finalmente fue perdedor. En México y Lima la élite se forma como tal por el proteccionismo español; por lo tanto, su destino natural era seguir perteneciendo a España. La élite del Perú colabora a través de préstamos a los virreyes. De triunfar la independencia, perdían los préstamos que habían realizado, como terminó ocurriendo. La independencia los arruina. El Perú se queda sin clase dirigente y ese vacío es ocupado por militares y nuevos grupos sociales; Santa Cruz, Gamarra, Castilla, los tres mestizos. Bajo el orden colonial sus posibilidades de ascenso eran nulas.

¿Se genera en el Perú un debate sobre la nación?

En el Perú, no. Pero por lo menos se da uno de los primeros grandes proyectos, el de Santa Cruz, un general formado con Bolívar. La idea de la Confederación Perúano-Boliviana era menos ambiciosa y más realista que el proyecto bolivariano: solo trataba de unir territorios relativamente homogéneos, con una historia común. Este es el primer proyecto de restaurar la idea del Gran Perú. Pero la confederación dividió a los peruanos porque, para muchos, Bolivia era parte del Perú. Gamarra enfrenta a Santa Cruz y busca reanexar Bolivia..

¿En el contexto de liberales y conservadores, podemos hablar de un Perú de Castilla?

Castilla era sobreviviente de esa generación de la independencia; conoció a San Martín, a Bolívar, a Santa Cruz, se codeó con los grandes generales y de todos aprendió. Pero no es liberal ni conservador, los utiliza a ambos. Esa inteligencia empírica no le hubiera sido suficiente para gobernar sin el fenómeno del guano. En ese sentido, podemos hablar de un Perú de Castilla: con los recursos del guano hizo funcionar un Estado con oficinas, embajadas; reorganizó el ejército y le dio presencia militar continental. Con Castilla el Perú revive la grandeza de sus años virreinales. Prueba de ello es que, en la crisis con España, si bien ya no gobernaba Castilla, el Perú toma la batuta en el Pacífico y rechaza a la armada española. La flota chilena era nula y los españoles bombardean Valparaíso a su antojo. Castilla también convoca censos, promueve la construcción de ferrocarriles, reorganiza la educación. Pero no es Benito Juárez y gobierna según su intuición, al día.

¿El civilismo es el primer proyecto orgánico?

Parte de la élite se recompone en el Partido Civil, comandado por Manuel Pardo, que piensa que el Perú se salvará a partir de poner en práctica las instituciones republicanas, no desarrolladas por el caudillismo; de fomentar la educación; y de posibilitar un desarrollo material, es decir, irrigar la costa y construir ferrocarriles. Pero Pardo llega tarde al poder, en 1872, con una grave crisis producto de los malos manejos del guano, que lo obliga a aplicar un programa de ajuste que compromete el presupuesto de defensa, con consecuencias graves.



Publicado en el diario El Comercio, 01/01/2006
El Reportero de la Historia, 1:30 p. m.

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