Cátedra Jorge Basadre

Blog-Homenaje a la memoria de Jorge Basadre,
Historiador y Profesor de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos

jueves, agosto 31, 2006

A modo de Bienvenida
Blog-Homenaje a Jorge Basadre

Jorge Basadre, uno de los miembros del Conversatorio Universitario, es uno de los dos más importantes historiadores peruanos del siglo XX y reconocido de manera indiscutible como el 'historiador de la república'. Su extraordinaria obra historiográfica, aunada a su labor docente en San Marcos, ha sido determinante para la mejor comprensión de nuestro pasado y presente. En ese sentido, tratar de justificar este blog resulta innecesario.

Y hemos querido comenzar esta 'Cátedra Basadre' reproduciendo las entrevistas que a lo largo de varias semanas el diario El Comercio publicó como presentación a la aparición semanal de cada uno de los 18 tomos de la nueva edición de la obra magna de Basadre, la "Historia de la República del Perú", que constituyó un auténtico acontecimiento editorial en nuestro medio. Este lanzamiento, por parte del diario El Comercio, de una renovada y actualizada edición ha sido puesta al día por un grupo de especialistas además de presentar innovaciones.

Esta novena edición (anteriormente se hizo otra igualmente popular por otro diario local, pero con tan limitadas características que la misma pasó casi desapercibida), tiene la particularidad de ser la primera profusamente ilustrada. La labor de investigación fotográfica le tomo al equipo de investigadores del diario dos años de trabajo. También incluye esta nueva edición más de 150 actualizaciones biográficas, 70 perfiles y líneas de tiempo, y, lo que la hace especialmente interesante al segmento escolar, 50 infografías. Realmente, una extraordinaria noticia para la historiografía y bibliografía peruanas. Una edición digna de su autor.

Este espacio ha nacido para difundir su obra, estudios en torno a ella y su vida, y trabajos de investigación que constituyan un homenaje al recontsructor de la Biblioteca Nacional. Por lo mismo, está abierto a la colaboración de todos aquellos que quieran sumarse a su construcción. Sean bienvenidos.
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El 5 de setiembre El Comercio lanzará
"Historia de la República" de Basadre

HISTORIA DE LA REPUBLICA. El decano ofrecerá a sus lectores, en 18 lujosos volúmenes, la monumental obra del historiador tacneño Jorge Basadre Grohmann. El primer tomo se entregará gratuitamente.

Por Enrique Hulerig Villegas

Hoy por hoy, la figura de Jorge Basadre ocupa el indiscutible rango de patriarca de la moderna historiografía peruana. De hecho, su "Historia de la República" replantea y reorganiza la idea de nación -que ya Garcilaso había fundado en sus "Comentarios Reales"-, incorporando una idea vital para entender nuestro pasado, aunque también nuestro presente: el concepto de Estado.

De allí que sea justo decir que la "Historia de la República" es para nuestra historia republicana lo que fueron los "Comentarios..." para los inicios de nuestra colonia, ambos, a su manera y propósito, libros fundadores de la idea del Perú. Pese a ello, la monumental obra del historiador tacneño, a pesar de sus varias ediciones, carece aún de la difusión masiva de que debería gozar.

Tomando en cuenta dicho vacío, el diario El Comercio ha preparado, con paciente dedicación, a lo largo de dos años, una nueva edición de la monumental "Historia de la República", esta vez compuesta por 18 volúmenes con más de 300 páginas cada uno que, a partir del lunes 5 de setiembre, se irá ofreciendo semanalmente a los lectores. Cabe añadir que el primer tomo será entregado en forma gratuita.

Un detalle a resaltar es que la edición no solo contempla el material original preparado por Basadre, sino que incluye diversos valores añadidos que harán de la lectura de la "Historia de la República" una experiencia única y trascendente. En efecto, más de 50 infografías, casi tres mil fotografías, cientos de perfiles y líneas de tiempo, además de 150 actualizaciones historiográficas encargadas a diversos especialistas, consiguen revitalizar esta gran obra, haciéndola dialogar con el presente, tal cual era, además, su idea original, es decir, que la historia mantenga un diálogo vivo con la actualidad. En suma, una edición actualizada, absolutamente útil para entender el Perú de nuestros días.

UNA HISTORIA DE LA "HISTORIA"

Ya casi mítica, la primera edición de "Historia de la República" aparece en 1939 y cuenta tan solo con un volumen. Se inicia con la gesta emancipatoria de 1822 y llega hasta 1899. Esta edición sirve de base al trabajo posterior de Basadre, ampliado hasta 1933. Nuestro historiador irá aumentando y corrigiendo las entradas originales de su trabajo, lo cual se va haciendo evidente en las ediciones siguientes, hasta que por fin, en 1962, se incorporan los últimos cuatro tomos, quedando fijada la obra.

¿Qué hace tan singular la "Historia de la República"? Sin duda, el método cíclico con el que Basadre replantea la idea de república. Cada pasaje de nuestra historia republicana se encuentra en abierto diálogo con el precedente y con el posterior, en base a una estructura casi sinfónica que interconecta los sucesos. Leer a Basadre es ingresar dentro de una historia viva, plena de erudición y vasos comunicantes.

Pero además de volver a fundar la idea de república, ofrece una nueva periodificación de nuestra historia. Este es uno de sus mayores logros. A través de los períodos que propone en su "Historia de la República", se moderniza la historiografía nacional. Hechos como la Guerra del Pacífico, la reconstrucción nacional, el militarismo o la república aristocrática cobran un sentido orgánico que ningún historiador posterior podrá rehuir.

Su idea fue que una nación solo puede serlo cuando existe un proyecto colectivo asumido por todos como pasado, presente y futuro. En contraste con muchos pensadores que tenían la nación como dilema, Basadre, con una visión más optimista, apostó y promovió la idea de nación.

BREVES APUNTES PARA UNA SEMBLANZA

Basadre nace en Tacna cuando esta provincia se encontraba en poder de Chile, tras la firma del Tratado de Ancón de 1883. Cuenta el historiador que en dichas circunstancias el amor por el Perú se vivía de una manera más intensa.

A partir de ese nacionalismo apasionado y clandestino, incorpora una mirada totalizadora sobre nuestra historia. Tanto la multitud como las élites, el campo como la ciudad, poseen un valor similar en su obra.

Miembro de la llamada Generación del Centenario, junto a Raúl Porras, Jorge Guillermo Leguía y Luis Alberto Sánchez, todos discípulos de González Prada, Basadre se entrega precozmente a la causa de estudiar el Perú, destacando, más tarde, también, como hombre público -director de la Biblioteca Nacional o ministro de Educación-.

Es momento, pues, de rendirle justo homenaje con esta nueva edición de la "Historia de la República", que esperamos se sitúe en el plano más importante de nuestra actualidad.


CUATRO HISTORIADORES
OPINAN SOBRE EL SIGNIFICADO DE JORGE BASADRE

MANUEL BURGA
RECTOR DE SAN MARCOS

"Es una figura paradigmática que encarna el drama de la nación cautiva. Replantea la idea de Perú a partir de esa experiencia, es el vocero de la necesidad de promover la nación. Su "Historia de la República" pone orden a nuestra historia, siempre con un referente: la independencia como promesa de una vida republicana mejor".


NELSON MANRIQUE
PROFESOR. UNIVERSIDAD CATÓLICA


"Su "Historia de la República" es enciclopédica, erudita, y ofrece la visión de un hombre equilibrado, convencido de la viabilidad del Perú. Basadre indaga en los problemas de fondo y las dificultades estructurales del país, pero lo hace con la convicción, la fe y la esperanza de que el Perú tiene un porvenir que solo depende de los peruanos".


CRISTÓBAL ALJOVÍN
PROFESOR. UNIVERSIDAD CATÓLICA


"Basadre es el gran historiador de la república. La derrota ante Chile lo marca profundamente, porque implicaba que el Perú no había logrado cuajar como país. En la "Historia de la República", su gran obra, no solo hay recuperación de información, sino la creación de una periodificación a la que le da contenido".


CARLOS CONTRERAS
PROFESOR. ASESOR DE LA EDICIÓN


"Nace en una provincia cautiva y vive el nacionalismo como una religión clandestina. Su obra nos plantea una visión del Perú desde los márgenes y a diferencia de González Prada, que decía que no éramos una nación sino un territorio habitado, Basadre nos ofrece una visión optimista y balanceada del pasado".


Publicado en el diario El Comercio, 21/08/2005
El Reportero de la Historia, 11:00 p. m. | Enlace permanente | 0 Comentarios |

El 5 de setiembre, gratis con El Comercio,
el tomo I de "Historia de la República"

LA GRAN OBRA DE BASADRE. Aquí le ofrecemos pormenores de la nueva edición de la gran obra de Basadre -ilustrada por primera vez- y la opinión del historiador Carlos Contreras sobre el ilustre tacneño

Por Enrique Hulerig Villegas

Catedrático en el Departamento de Economía de la Pontificia Universidad Católica del Perú, el historiador Carlos Contreras tuvo a su cargo al equipo de especialistas encargados de la difícil misión de actualizar la "Historia de la República". En esta entrevista nos ofrece detalles de su labor.

¿Cuál fue la intención de actualizar el trabajo de Basadre?

La idea fue actualizar aquellos puntos donde la investigación histórica ha continuado avanzando después de que se concluyera la "Historia de la República". Hay que tomar en cuenta que Basadre la escribe durante toda su vida: sus primeros bosquejos son de finales de los años veinte, durante los años cuarenta la sistematiza y, conforme salen más ediciones, continúa actualizándola. Si uno lee la edición de 1983 y la compara con las anteriores, nota que Basadre siguió perfeccionando su trabajo. La intención de nuestro equipo fue retomar ese espíritu.

Basadre propone los períodos de nuestra historia republicana

Basadre crea la agenda de la historia, pone los temas sobre la mesa: el Estado caudillista inicial, la era del guano -a la que bautizó como la época de la prosperidad falaz-, la reconstrucción nacional, tras la Guerra con Chile, luego la república aristocrática, el oncenio. La arquitectura de la historia republicana que conocemos fue diseñada por Basadre. Lo que nos propusimos fue actualizar ciertas partes, reforzar ciertas vigas, abrir ciertas ventanas, en la medida en que la investigación moderna lo permitía. Desde los años setenta la cantidad de investigación sobre la historia de la República ha aumentado considerablemente. Lo que hicimos fue recoger nuevas versiones, resumir planteamientos novedosos y mostrar en qué medida se podrían discutir o modificar las tesis de Basadre.

¿Cómo se concreta la actualización?

Hay unos recuadros alternos que hemos llamado actualización historiográfica. La idea era plantear cómo el enfoque se había renovado. Un ejemplo: después de la independencia viene esta época de anarquía militar que Basadre llama Estado caudillista. Él la retrata como una época caótica en la que los caudillos parecían perseguir su propia gloria más que un proyecto nacional y en la que no aparecía un programa político ni un debate de ideas. Los nuevos historiadores han tratado de iluminar este caos y han encontrado ciertas líneas programáticas, alianzas, ideas de república. Consultando documentos, se ha encontrado que entre los caudillos y la plebe, como se denominaba al pueblo, existían alianzas y pactos. Tenemos, asimismo, a la Iglesia, que luego de la "Historia de la República" ha congregado mucha investigación, sea crítica o apologética, y nos pareció necesaria una nueva mirada sobre este importantísimo agente de la historia republicana.

¿La "Historia de la República" es la historia del Estado Peruano?

Está centrada en el Estado, lo cual no es un defecto. ¿Cómo se plantea uno la historia de un país tan diverso en sus regiones, en sus proyectos, en sus sectores sociales, raciales, en su cultura, como el Perú? Es difícil hacer la historia de un país que si bien se llama República del Perú tiene algo de lo que decía González Prada, no ser una nación sino apenas un territorio habitado. Uno puede plantearse cuál es el denominador común de tu historia, puede ser un personaje o una idea, pero para Basadre era el aparato del Estado, cosa hasta cierto punto lógica porque la República comienza como la fundación de un Estado republicano, es decir, la organización política que los peruanos adoptamos como forma de gobierno y que, a pesar de todas las crisis, nunca hemos abandonado, salvo el paréntesis de la Confederación Perano-Boliviana. Basadre detecta esta constante y se propone hacer una historia del Perú vista desde el Estado. Sus fuentes son las fuentes oficiales, leyes, diarios de debates, memorias de ministros, periódicos, libros de protagonistas de la política. Creo que Basadre compone un retrato de la historia peruana que sigue de pie, tan convincente que seguimos leyéndolo y aprendiendo de él.

¿Qué temas presentan mayor actualidad?

Hay un tema de resonancia actual: cómo las bonanzas económicas no cumplen con la promesa inicial. La época de la prosperidad falaz es uno de los períodos más amargos de nuestra historia. El dinero aparece dilapidado y las bonanzas exportadoras no se aprovechan para tener las bases de una economía industrial posterior. Esa historia se ha repetido, de manera cíclica, cada vez que hemos tenido una bonanza exportadora. Hoy estamos en medio de una que, se dice, puede durar 20 años. Vamos a ver si no tenemos otra prosperidad falaz. El aparato del Estado ha carecido de figuras probas, aparece asaltado por logreros que entraron a saco en el erario nacional. Quizás tenga que ver con que la independencia nos vino forzada, cuando no habíamos desarrollado aún la figura del funcionario público. De allí que Basadre se refiriera al período independiente como la promesa de la vida republicana, es decir, un modelo que sigue siendo, para las grandes mayorías de este país, una promesa no cumplida.

La historia de Basadre en detalle

Entre las innovaciones de esta edición de la "Historia de la República" de Jorge Basadre se cuenta el hecho que se haya ilustrado por primera vez, sin olvidar los recuadros explicativos, perfiles, notas de contexto y desplegados que se han añadido al texto original


La obra en cifras

Más de 2.700 fotos
Más de 5.470 páginas
Más de 150 actualizaciones bibliográficas
70 perfiles bibliográficos y líneas de tiempo
Más de 50 infografías


Contenido de cada tomo

NOTAS DE APOYO
En los recuadros con fondo de color, usted encontrará a lo largo de los 18 volúmenes actualizaciones historiográficas, notas de contexto, perfiles biográficos y otras anotaciones que enriquecerán este gran clásico de nuestra historia

EL TEXTO ORIGINAL
Sobre fondo blanco aparece diseñado el texto original de la "Historia de la República"

INFOGRAFIAS
Acompañan e ilustran algunos de los temas más importantes que aborda Basadre. En este caso, la inforgrafía apoya un capítulo en el que se trata la evolución histórica de la moneda durante el período republicano


Son 18 volúmenes, cada uno de 300 páginas o más:
TOMO 1. La época fundacional de la República [1822-1842]
TOMO 2. La época fundacional de la República [1822-1842] (continuación)
TOMO 3. La época fundacional de la República [1822-1842] (continuación). La falaz prosperidad del guano [1842-1866]
TOMO 4 y 5. La falaz prosperidad del guano (continuación)
TOMO 6. La falaz prosperidad del guano (continuación). La crisis económica y hacendaria anterior a la guerra con Chile [1864-1878]
TOMO 7. La crisis económica... (continuación)
TOMO 8. La crisis económica... (continuación). La guerra con Chile (1879-1883)
TOMO 9. La guerra con Chile (1879-1883)(continuación)
TOMO 10. El comienzo de la reconstrucción (1884-1895)
TOMO 11. El comienzo ... (continuación). La república aristocrática (1895-1919)
TOMO 12 y 13. La república aristocrática ... (continuación)
TOMO 14. El oncenio [1919-1930]
TOMO 15. El comienzo de la irrupción de las masas organizadas en la política (1930-1933)
TOMO 16. El comienzo de la irrupción ... (continuación). Breves notas relacionadas con la educación, la ciencia y la cultura entre 1895-1933
TOMO 17. Breves notas ... (continuación). Los resultados de la experiencia histórica peruana y las perspectivas abiertas en el siglo XX
TOMO 18. Apéndice: Historia de la República del Perú (1933-2000)


Publicado en el diario El Comercio, 28/08/2005


El Reportero de la Historia, 10:30 p. m. | Enlace permanente | 2 Comentarios |

TOMO I
"Esta es la edición mejor cuidada
de la obra medular de Jorge Basadre"

Por Enrique Hulerig Villegas

La independencia es el tema principal del primer volumen de la "Historia de la República". El historiador Héctor López Martínez, uno de los asesores de nuestra edición, nos ofrece una visión de este período y nos describe, asimismo, la actualización que se hizo.

¿Qué significado tiene para Basadre el proceso de nuestra independencia?

Para Basadre la ruptura con España es todo un proceso que tiene como punto de quiebre fundamental la existencia de una entidad diferente, distinta de cualquier otra, que es el Perú, que no solo ya había adquirido una personalidad propia sino también características que lo diferencian, sustancialmente, tanto de la metrópoli como de otros países de América del Sur. Basadre pensaba que, en ese contexto, el Perú, como país y como entidad, necesitaba desarrollarse y encontrar su camino dentro de los cauces que le habían trazado, a lo largo del tiempo, sus costumbres y sus tradiciones, y, sobre todo, el esfuerzo y la capacidad de muchos de sus hombres, personajes notables durante la época virreinal. La independencia encuentra, pues, un país que consigue aportar un bagaje cultural y espiritual propio, pero también un país en donde el problema básico va a ser, fundamentalmente, cómo se va a gobernar al Perú. Este tema, a decir de Basadre, creará los grandes conflictos de nuestra etapa inicial, que luego culminarán con la aceptación definitiva de la república.

¿Los historiadores aceptan la periodificación que propone la "Historia de la República"?

Basadre es el gran historiador de la república, entre otras muchas razones, porque procura estar al día en cuanto a metodología historiográfica, lo cual le es posible gracias a su enorme cultura, su conocimiento del inglés y del alemán, y su estadía en Alemania, Estados Unidos y España, donde tendrá maestros de la talla de Américo Castro y Marcelino Menéndez y Pidal. Como nos muestra en su libro "La multitud, la ciudad y el campo", se convierte en un historiador integral. Tomando en consideración esa visión, traza la periodificación de nuestra historia: la etapa inicial; la república de los caudillos; la prosperidad falaz -como califica a la etapa en que el guano proporciona rentas que no se sabe administrar con una idea precisa ni un objetivo nacional-; el gobierno constructor de Castilla, caracterizado por la pacificación del país tras el caos del caudillismo; luego el gobierno civil de Pardo; más tarde la Guerra con Chile; la reconstrucción nacional, que es el período posterior a la revolución pierolista de 1895; la república aristocrática; y, finalmente, el oncenio de Leguía. Basadre solo llega hasta el año 1933, con lo cual dejó un interregno que era necesario llenar en esta nueva edición de su obra.

¿Cómo se consiguió actualizar la "Historia de la República"?

Lo que se ha hecho es una addenda que hemos ubicado en el volumen 18 y que actualiza el trabajo de Basadre hasta el 2000. En realidad, esta edición no quería repetir lo mismo de las anteriores, dicho sin ánimo peyorativo. El período entre los años 1933 al 2000 era demasiado largo para no ser cubierto, de tal manera que se optó por una addenda que si bien no toca todos los temas de la "Historia de la República", sí las cosas fundamentales. Si bien me tocó revisar la actualización, la mayor parte del trabajo la hizo el historiador Raúl Palacios Rodríguez. Esta es la edición mejor cuidada de la obra medular de Basadre.

¿Por qué una historia que se cierra en 1933 tiene aún tanta vigencia?

Basadre es un personaje que no pierde vigencia, debido, entre otras cosas, a que reflexiona a fondo en torno de cada hecho histórico y no se detiene en una narración de tipo descriptivo. Antes de morir, en 1980, refirió que muchos de los antiguos problemas del Perú no se habían resuelto, a lo que yo añadiría que, en pleno 2005, siguen sin resolverse. Esa es una de las cosas notables de Basadre, que sus inquietudes y sus planteamientos, sus preguntas y sus angustias, se mantienen, desgraciadamente, vigentes. Siempre nos está dando alguna idea, señalando algún derrotero, ofreciendo alguna enseñanza. Pocos meses antes de su muerte tuve oportunidad de conversar con él, cuando era momento en que se introducían las computadoras personales en el país. Eso lo entusiasmaba. Decía que ellas permitirían, por ejemplo, analizar la composición de los congresos, cuántos congresistas son provincianos o limeños, cuántos del norte o del sur, cuántos de tal profesión o de otra, para así saber cuál fue la composición socioeconómica del Poder Legislativo en el Perú a lo largo de su historia, cuestión que le resultaba interesante para comprender qué motivaciones había detrás de cada Congreso y de cada Constitución. Como vemos, estaba atento a todos los ángulos: nos muestra lo positivo y lo negativo. "El Perú es un país, al mismo tiempo, dulce y cruel, de grandes montañas pero de profundos abismos", decía. No fue un apologético. Más bien solía señalar las cosas negativas, pero sin caer en ese negativismo tan desesperanzado de González Prada, porque para Basadre el Perú era un problema, pero también una posibilidad.


Publicado en el diario El Comercio, 04/09/2005
El Reportero de la Historia, 10:00 p. m. | Enlace permanente | 0 Comentarios |

TOMO II
"Esta obra es una gran fotografía
que cubre un siglo de nuestra historia"

Por Enrique Hulerig Villegas

El historiador Raúl Palacios Rodríguez, amigo y colaborador de Basadre, es autor de la addenda que actualiza la "Historia de la República". Aquí, nos habla sobre ese trabajo, así como sobre la Confederación Peruano-Boliviana, uno de los momentos más importantes del período 1822-1842.

¿Qué cambia en la historiografía peruana luego de Basadre?

Marca un antes y un después en la historiografía peruana y latinoamericana. La historia se interesaba solo por el tema político, pero a partir de "Historia de la República" se incorpora lo económico, lo social, lo demográfico, lo militar, lo internacional, lo religioso, etcétera. En Basadre el Perú está presente en su totalidad. Esta percepción integral la recoge de la Escuela de Annales, liderada por Marc Bloch y Lucien Fevbre, que, en el ámbito internacional, representan lo que Basadre hacía en el Perú, es decir, abrir un abanico temático. Se interesa, además, por la historia local.

¿La "Historia de la República" presenta temas aún hoy vigentes?

Esta obra es una gran fotografía que cubre un siglo de nuestra historia. Allí encontramos temas definidos como, por ejemplo, el destino político del Perú. Basadre afirmaba que nuestro país no había tenido un partido político de derecha -uno que proponga alternativas integrales-, como sí hubo en Colombia o Chile. Le preocupaba que no existiera una ley de partidos que orientara el debate político, así como la ausencia de una clase media comprometida con el destino del Perú. Se advierte otro gran tema, el del abismo social, el cual, refería, tenía raíces geográficas, económicas y sociales: una élite costeña, económicamente sólida, y una masa indígena rechazada. Es el Perú empírico, centralista, frente al Perú real. Cabe resaltar, también, el tema educativo, la única palanca que, según Basadre, nos liberaría del subdesarrollo.

En el tomo II aparece la Confederación Peruano-Boliviana

Si Bolívar tuvo el sueño americano, Santa Cruz tuvo su propia utopía andina: la confederación. Desde el punto de vista geopolítico es curioso cómo dos países que inician su vida republicana con un conflicto de fronteras, de repente, por razones históricas, moldean un empeño común a través de la unión de los estados del Alto y del Bajo Perú. Pero a raíz de la confederación se produce la desagregación territorial del Perú: el Estado Norperuano, el Estado Sudperuano y el Estado Este. Terminada la confederación, el Perú no se fragmenta sino que se reúne, lo que se debe, según Basadre, a una base latente: la nación peruana.

¿Qué unía a la nación peruana?

La raíz histórica, que ya en ese momento tiene un rol primordial. La raíz histórica hace que esta comunidad, que se ha convertido en un Estado soberano, permanezca articulada. Con el tiempo la nación sobrevivirá a acechanzas externas y conflictos internos.

¿Por qué esa raíz no se extendió al Alto Perú? ¿Las clases políticas definen las nacionalidades?

No las definen, las orientan. El caso de Bolivia es sui géneris: surge de una coyuntura decisiva en los planes de Simón Bolívar. A lo largo del siglo XIX, sobre todo tras convertirse en país mediterráneo, hay en Bolivia una angustia histórica por no haber continuado siendo la gran patria del Alto Perú.

¿Ahí se puede ver el origen del desencuentro con Chile?

Perú y Chile nacen a la vida republicana con un consenso de amistad. No olvidemos que no eran países limítrofes hasta antes de 1879, lo que no impidió que las relaciones fueran buenas. En la Colonia el comercio entre ambos fue considerable, lo que se mantuvo en el siglo XIX. Al concretarse la confederación, Chile percibe una amenaza. Diego Portales, en ese momento ministro del Interior chileno, señala en una carta que mientras Chile tenga dominio sobre el Pacífico tiene garantizada su seguridad interna. Surgen así las expediciones restauradoras para combatir la confederación. Luego, durante el auge del guano y del salitre, la competencia en el exterior de los mercados peruano, boliviano y chileno se hace tan fuerte que Chile, en un proceso de expansión geopolítica, coloca población y capitales en territorio boliviano. Al final, Bolivia pierde su litoral y el Perú pierde Tarapacá y Arica, eje comercial entre el Callao y Valparaíso.

Sostiene Basadre que, en época de la confederación, Inglaterra se encontraba cercana al Perú y distanciada de Chile, por su morosidad en el pago de la deuda

Sí. En el período 1840-60 Inglaterra se convierte en el mercado más significativo del guano y otras materias primas peruanas, como la lana. El Perú tenía la mayor inversión británica en Sudamérica y el grueso de los préstamos ingleses se concentra en nuestro país. En 1870, el 36% de préstamos ingleses vienen al Perú. Ambas economías dependían una de otra. Hubo un acercamiento mayor de Inglaterra hacia el Perú que hacia otros países americanos.

¿Se manejó mal esta situación?

En 1875, Pardo declara la morosidad del pago de la deuda externa. A Inglaterra no le convenía: el Perú se convertiría en un mal ejemplo para la región. Entonces se acercan a Chile, ya que tenían inversiones en las salitreras a través de empresas con razón social chilena pero de capital mixto chileno-inglés. Cuando hablamos de ayuda abierta de Inglaterra a Chile hablamos de capitalistas británicos, no de la Corona.

Usted tuvo a su cargo la actualización de la "Historia de la República" a través de una addenda.

Se acepta el compromiso de escribir la addenda tratando de sintetizar el quehacer político, económico, social e internacional de nuestro país durante el período 1933-2000, los 67 años que no cubre Basadre. Metodológicamente, tomamos las líneas política y económica, pero cruzamos temas correspondientes al aspecto social, militar, religioso, internacional, demográfico, y establecimos una periodificación siguiendo el modelo de Basadre. Consideramos al primer momento (1930-1933) el período de la incertidumbre nacional y al siguiente las democracias endebles (1933-1948), destacando el gobierno de Benavides, que, pese a ser una dictadura militar, logra desarrollar al país gracias al plan vial, las carreteras y el seguro social. Le sigue el Ochenio de Odría (1948-1956) y luego el reformismo civil moderado (1956-1968), en que no se llega a emprender la reforma agraria ni la industrial. Luego viene el reformismo radical (1968-1980), con dos fases: la primera, dirigida por Velasco, y la segunda, de 1975 a 1980, la etapa de desactivación de las reformas, una bisagra histórica entre el gobierno militar y la reanudación de la democracia. A la última etapa la llamamos la democracia frustrada (1980-2000), un periodo en el que la democracia peruana, en lugar de vigorizarse, se resiente.


Publicado en el diario El Comercio, 11/09/2005
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TOMO III.
"Lo que Basadre desarrolla es la
capacidad de los ciudadanos de imaginarse peruanos"

Por Enrique Hulerig Villegas

El historiador Manuel Burga, actual rector de San Marcos, es uno de los mayores conocedores de la obra de Basadre. La idea de nación en la "Historia de la República" o la falaz prosperidad del guano son algunos de los temas de esta conversación.

¿Cuál fue la relación de Basadre con San Marcos?

San Marcos fue fundamental en su vida. Allí termina sus estudios de Historia, luego de Derecho. Forma parte del Conversatorio Universitario, es representante estudiantil en los primeros órganos de gobierno y luego profesor a partir de 1929. Al regresar de Alemania se convierte en director de la Biblioteca Central y elabora su primer catálogo. Luego inaugura sus cursos del Perú monográfico y los desarrolla hasta 1953, cuando es obligado a abandonar la universidad. En "La vida y la historia" nos habla de las emociones de la reforma universitaria pero también del desencanto de los años 50, cuando San Marcos era controlada por el Apra, que termina sacándolo de la universidad.

¿En cuanto a la labor de Basadre como historiador, cuál es la vigencia de su método?

La "Historia de la República" muestra un proceso donde lo central reside en la construcción de la república como una arquitectura nacional. En tanto Basadre estudia la República como república nacional, lo que en el Perú equivale a una construcción mental inconclusa, su obra tiene aún mucho que decir. Pero la monumentalidad de su historia nos hace olvidar que también es historiador de períodos anteriores, baste recordar su libro sobre el derecho desde la época inca hasta la República. Es una suerte de Jules Michelet peruano, que ha observado la historia republicana y previa como partes de una estructura que va a formar un continuum con la instalación de la República Peruana misma. Desarrolla, pues, la idea de Sebastián Lorente, que escribe la primera historia integral del Perú estableciendo puentes entre períodos alejados, uniéndolos al período contemporáneo y exponiendo ese conjunto como una historia única.

Se dice que siempre se mantuvo actualizado.

Cuando lo conocimos, junto a Alberto Flores Galindo, para mostrarle el manuscrito de "Apogeo y crisis de la república aristocrática", nos recomendó leer "Historia de las pasiones francesas", de Zeldin, un libro de historia de las mentalidades que, en ese año 1977, era el último territorio que se estaba explorando en Europa pero que él ya manejaba bien. Con sus 75 años nos mostraba los últimos libros publicados en Europa, a nosotros, que nos sentíamos historiadores modernos.

¿Sus temas explican nuestra construcción inconclusa de nación?

Los temas que trabaja son centrales en su época: la crisis agraria de la independencia, las finanzas, los militarismos, el surgimiento de la opinión pública y el periodismo; todos elementos constitutivos de la nación. Durante la engañosa prosperidad del guano, el Perú pierde la posibilidad de modernizarse, lo que no sucede con Chile, cuya coyuntura es mejor aprovechada por los gobiernos de Bulnes y de Montt, que es cuando Chile da un salto al futuro. ¿Por qué no se produce esto en el Perú? ¿Por qué la prosperidad falaz? Grandes incógnitas que abre Basadre.

¿Hubo despilfarro en la época del guano?

Echenique, por ejemplo, según se lee en sus "Memorias", fue uno de los principales pagadores de la deuda interna durante la primera época del guano. Decía que estaba pagando la deuda de la independencia, es decir, los costos del armamento y la campaña libertadora. También refería que no solo consolidaba la deuda interna, sino que estaba creando una clase capitalista.

Que nunca llegó a consolidarse.

Nunca se da el salto siguiente, no se pasó al desarrollo posterior de la manufactura. De allí que Basadre entienda la época del guano como un período falaz en el sentido de que había mucha circulación de moneda pero poca construcción de infraestructura que permitiera un desarrollo sostenido. En el Perú se instalan los primeros ferrocarriles del continente y se crea la universidad de ingeniería, pero luego se pierde el paso.

No se previó el siglo XX.

No hubo un manejo con proyección al siglo XX debido a la improvisación de los gobernantes y la ausencia de políticas nacionales. No se utiliza la riqueza del guano para crear una balanza comercial favorable que produzca desarrollo interno. La Confederación Peruano-Boliviana es lo que descubre nuestra nacionalidad, sobre todo luego de Ingavi, la primera batalla de consecuencias importantes para nuestro país y a partir de la cual se piensa al Perú como una nación con límites geográficos y provincias por defender.

¿Cuál es la idea de nación en Basadre?

Los años de la Confederación son la época de mayor desintegración del Perú, y Basadre los considera importantes para que surjan un protonacionalismo y la configuración de una geografía con límites propios. Uno de sus aportes fue pensar la nación como un conjunto de sociedades locales unidas en un proyecto común, ciudadanos con diferencias, pero integrados en un esquema: la nación peruana. Así, su lectura se adelanta a lecturas modernas. Hoy, Benedict Anderson señala que las naciones son comunidades imaginadas, política y geográficamente limitadas. Lo que Basadre desarrolla es la búsqueda de esa nación, la capacidad de los ciudadanos de imaginarse peruanos y de imaginar a otros como peruanos y no en sus verdaderas realidades y diferencias.


Publicado en el diario El Comercio, 18/09/2005
El Reportero de la Historia, 9:00 p. m. | Enlace permanente | 0 Comentarios |

TOMO IV:
Basadre y la construcción de la nación

Nuria Sala, una distinguida peruanista española, experta en el siglo XIX, comenta algunos de los temas centrales del volumen 4 de "Historia de la República" de Jorge Basadre

Por Enrique Hulerig Villegas

Nuria Sala Vila es una conocida peruanista de la Universidad de Gerona, experta en el siglo XIX. Conversamos con ella acerca de algunos aspectos del tomo 4 de la "Historia de la República" de Jorge Basadre.

¿Existió un proyecto modernizador en la época del guano?

La economía del Perú se basaba en la extracción del guano y en su gran demanda en el mercado internacional, debido, sobre todo, a que en Europa se vivía una revolución agrícola y hacían falta abonos naturales. Buena parte de la fiscalidad del Estado Peruano procedía de los impuestos sobre la explotación del producto, lo que permitía una enorme cantidad de ingresos. Había terminado la época precaria de la independencia y el Estado podía ya pensar en grandes proyectos. No es extraño que aparezca un personaje como Castilla, que estabiliza la república a través de un proyecto constitucional que permite se redacte el primer código civil, el código penal y que el código de comercio adquiera estabilidad jurídica. Asimismo, se elimina el tributo, se abole la esclavitud y desaparecen las viejas propiedades coloniales. Por otro lado, se proponen las bases de la reforma educativa y el Estado comienza a considerarse agente fundamental de la instrucción pública. Las élites formadas -ingenieros, maestros, técnicos- son las que deben rediseñar la nación en un marco que después se conocerá como positivismo. El país es visto como un cuerpo y las venas que articulan ese cuerpo son caminos, ferrocarriles, puentes, ciudades urbanizadas. Llegan ingenieros como Malinowski y científicos como Raimondi, que pone en el debate nacional las inmensas posibilidades del país.

¿Dónde se rompe el modelo?

Con la riqueza falaz. No hubo capacidad de construir un modelo fiscal alternativo y los gastos terminaron siendo superiores a los ingresos. La escolarización y los proyectos de redes viales no podían sostenerse y lo que quedó fue un país endeudado, sin que fuera posible ninguna reforma.

¿Pero se reinstala el proyecto modernizador?

El primer civilismo representa un continuismo con la política de Castilla. Modernizar y civilizar son sus temas clave. Civilizar en el sentido de planificar, tanto desde el punto de vista social como del estadístico. Es un período de captación de las élites más modernizadoras para que se integren al proyecto nacional. Hay la idea de un país recorrido a vapor y en ferrocarril, abierto a los mercados emergentes. Ese país soñado se comunica al Atlántico a través del Amazonas y no es extraño que se hable de puertos en el Apurímac o en el Urubamba. En este momento se da la ley de descentralización y se le da autonomía fiscal a los departamentos. Se reconoce, además, la gran complejidad de las sociedades regionales en la construcción de la nación. Según Basadre, probablemente este sea uno de los períodos en que más se enfatiza en lo local. El mejor ejemplo de la incidencia de las élites regionales en la política nacional se muestra en el hecho de que sus votos eran determinantes para una distribución equitativa en el Parlamento.

¿El fracaso modernizador tiene raíces en el período previo?

Basadre imagina qué hubiera ocurrido si triunfaba la Confederación Peruano-Boliviana y señala que la falta de unidad en torno del proyecto la hubiera podido llevar al desmembramiento, tal como ocurrió con la confederación centroamericana. Si algo vertebra el trabajo de Basadre es, fundamentalmente, entender la república como la construcción de la nación peruana basada en el proyecto republicano. La confederación sería un momento de imposición, mientras que el período guanero, a pesar de sus contradicciones, permitiría la construcción de un proyecto nacional donde desaparecerían las estructuras étnicas y más bien aparecería una legislación en la que el ciudadano común por fin sería incluido en el sistema.

Es en esta época que se dan distintos movimientos migratorios hacia el Perú.

Sí, en 1849 se da la ley de migraciones, por la cual se considera abrir las fronteras a la inmigración con la idea de regenerar un país, hasta ese momento hundido en la crisis económica y el ostracismo. Eso es lo que dice el discurso. Pero, en la práctica, lo que determinados sectores económicos necesitaban era una mano de obra dispuesta a trabajar en condiciones de extrema dureza, en una coyuntura en que ya se había abolido la esclavitud y la tributación indígena. Por ello la migración china, que llega al Perú para trabajar en zonas guaneras o haciendas costeñas. También se capta una migración de élites profesionales, necesarias para construir la nación imaginada -Malinowski, Habich, Raimondi-, mientras que también hubo migraciones vinculadas al progreso, como la de la comunidad de Pozuzo, donde se creyó posible una colonización autosostenida, en zonas de gran potencial económico en el país.


Publicado en el diario El Comercio, 25/09/2005
El Reportero de la Historia, 8:30 p. m. | Enlace permanente | 2 Comentarios |

TOMO V:
Basadre: El Perú como totalidad

Por Enrique Hulerig Villegas

Tacneño como Basadre, Ernesto Yepes del Castillo es uno de nuestros historiadores más calificados. En esta conversación nos aproxima a algunos temas del período 1842-1866, tema del volumen 5 de la "Historia de la República".

Uno de los temas del volumen es la consolidación de fronteras. ¿A pesar de que en parte del siglo XIX no había límites con Chile, esa fue nuestra región más inestable?

Chile no tenía en agenda el norte. Sus límites con Bolivia llegaban hasta el río Paposo y si el paralelo era 24 o 25 casi no tenía importancia. Pero a mediados del siglo XIX se encuentra guano y salitre en el desierto y las cosas cambian. El Gobierno Chileno declara sus límites no en el paralelo 26 -en que estaba Chile- sino en el 25, lo que quitaba un enorme territorio a Bolivia. Luego ponen ese límite en su propia Constitución: "Chile limita por el norte en el paralelo tal". ¡Se saltaron un grado! Para Chile esa era una tierra de nadie. La atención del Perú estaba centrada en la guerra con España y no se llega a percibir la bomba de tiempo que se acababa de poner en el sur.

El guano había colocado al Perú en una situación internacional ventajosa, sobre todo ante Inglaterra, que veía con amistad al Perú. ¿Por qué se pierde esa alianza?

Le hemos colgado a Inglaterra el sambenito de su alianza estratégica con Chile, pero, en realidad, los ingleses tenían más intereses en el Perú que en Chile. Aquí, sin embargo, se comete un grave error: una vez que el guano deja de ser el recurso mayor, la élite guanera expropia el salitre, en manos, hasta entonces, de ingleses. No se paga lo expropiado por ineficiencias administrativas y los acreedores británicos se sienten perjudicados. Chile también expropia sus salitreras pero establece que el 50% sea para el Estado y el 50% para reconocer su deuda, lo que causa algarabía en Londres. Chile honraba la deuda que el Perú no.

¿Los recursos del guano modernizaron el país?

Los recursos del guano destinados a que la economía se desarrolle fueron pequeños. Una parte va a los ferrocarriles y otra a las haciendas azucareras mediante préstamos de la banca recién creada. Pero la mayor parte se desperdicia en consumo no productivo o se cede a terceros. Ni se activa el aparato productivo ni se crea un sustento que reemplace al guano, perdiéndose la gran oportunidad de desarrollar un modelo económico.

¿En ese contexto, la revolución industrial europea determina el crecimiento de la región?

Con la revolución industrial se crea un nuevo tipo de demanda de materias primas. Ya no se requiere cualquier tipo de algodón sino uno que se adecúe a la máquina, que debe ser inglesa. Se busca una materia prima estandarizada, la producción se industrializa y cambia la minería y la agricultura en América. Chile había ingresado al mercado mundial en los años 1830 con una economía tradicional basada en el cobre y el trigo, producido en condiciones medievales. A pesar de ello se insertan con éxito en el mercado y exportan a donde pueden. Con la revolución industrial empieza, sin embargo, su crisis. Hacia 1850 ya varios países producían cobre o trigo en mejores condiciones y Chile no puede competir, a menos que haga una transformación productiva, siendo su dilema modernizar su aparato productivo o mirar al norte, a la riqueza fácil: el guano y el salitre. Optan por lo segundo y el precio de esa no modernización chilena lo pagamos nosotros.

¿Cómo explica Basadre este período?

Lo interesante de Basadre es que, incluso en aquellos en quienes nosotros podríamos hallar responsabilidad, él, haciendo un esfuerzo extraordinario, les encuentra un lado constructivo. Basadre es un hombre tan deseoso de construir un país, un colectivo, que llega a ponerse en el pellejo de cada personaje para comprender su lógica, aún en los peores momentos, como hace, por ejemplo, con Piérola durante el cerco chileno de Lima. Basadre busca en la angustia de un país y encuentra que siempre estamos improvisando. Cuando habla de un Estado empírico, pone el dedo en la llaga.

¿Ninguno de estos gobiernos tuvo un proyecto nacional, aun incipiente?

El problema es que a diferencia de otras naciones, los grupos responsables de la economía en el Perú no se comprometieron con la política. En Argentina, por ejemplo, los ganaderos se organizaron políticamente; en Colombia sucedió lo mismo. ¿Cuándo los beneficiarios del guano intentan tener un proyecto nacional? Recién en 1872, con el Partido Civil de Pardo, a quien no le fue fácil nuclear los intereses de su entorno. Hay un hermoso documento de Pardo, titulado "Monografía de Jauja", donde dice, desesperado, "organicémonos, ¿qué va a pasar cuando se acabe el guano?". Lamentablemente nadie lo escucha, nadie hace eco de sus palabras.

¿En el gobierno de Castilla no existe ya un germen de proyecto nacional?

Sí, pero nadie toma la posta. Castilla fue el organizador del país en términos políticos. No solo lanza la primera Ley General de Educación, que data de 1850, sino que sienta las bases para que a partir de ella se organice el Estado. Con la consolidación de la deuda interna también busca crear una clase empresarial, que, de acuerdo con él, debía encaminar al país. Pero a los peruanos nos ha faltado una visión de largo plazo para poder concicliar los intereses corporativos con los intereses de la nación.

¿Cómo interpreta Basadre la construcción de la nación?

Basadre señala que el Perú es una totalidad en el tiempo y en el espacio, aunque todo pareciera llevarnos a pensar que no. ¿Qué otro país de Sudamérica tiene tal dimensión? Cada peruano es portador de una continuidad difícil de rastrear, porque las rupturas que hemos tenido son tremendas. En el espacio también: la Amazonía, los Andes, la costa, mundos distintos que coexisten. Para Basadre la historia es el único elemento en común que tenemos todos los peruanos. Quien no entienda esa historia y todo lo que hicieron los peruanos para ser una totalidad, no va a comprender nada. Somos, definitivamente, un colectivo. Todas las generaciones se han enfrentado a problemas y en ese enfrentamiento han creado un colectivo aún en construcción. Dentro de cada peruano hay miles de años de historia, en un complejo proceso de integración que no parte de ayer, como en el caso de los argentinos o los chilenos.

¿La pérdida de Arica puede considerarse una de esas rupturas que dificultan la idea de país en construcción?

Desde la época prehispánica, Arica fue la salida más propicia del Altiplano al Océano Pacífico: baja y con pocas pendientes. Junto a Tacna, el escenario ya es perfecto. Tacna existía porque era la salida de los minerales de Potosí. Del Altiplano se pasa por Tacora, de allí se desciende, como por una pista de aterrizaje, a Tacna y luego a Arica. Ese ha sido el viaje histórico, inmemorial. Tacna, palabra que en lengua aimara significa 'tacana', siempre ha estado articulada al Altiplano, tal como los chinchorros de Arica. Era una red perfectamente integrada, alimentada desde el Cusco con un enorme flujo de productos. ¿Por qué razón Chile insistió tanto en mantener su dominio sobre Tacna y Arica? Porque quien controlase ambos, controlaba Bolivia, y Chile, obviamente, no quería la unidad de Perú y Bolivia, los dos países que había derrotado.


Publicado en el diario El Comercio, 02/10/2005
El Reportero de la Historia, 8:00 p. m. | Enlace permanente | 2 Comentarios |

TOMO VI:
Jorge Basadre y el Perú del siglo XIX:
Un país mal administrado

Por Enrique Hulerig Villegas

Catedrático y coordinador de la Maestría de Historia de San Marcos, Cristóbal Aljovín de Losada es uno de los especialistas más calificados en el siglo XIX republicano. En esta entrevista nos acerca a algunos temas del volumen 6.

¿Basadre encuentra proyectos de integración nacional a mediados del siglo XIX?

Por un lado, nos muestra cómo surgen diversos proyectos y cómo se inicia la construcción de una ciudadanía participativa, como sucede, por ejemplo, en las elecciones de 1850 y cómo se forma desde ahí una élite civilista con un proyecto nacional. Por otro lado, hay también en Basadre la visión de un país administrado de un modo poco científico. Hay una ambivalencia sobre cómo entender el siglo XIX, buena parte de ello debido a la amargura de la derrota con Chile.

Algunos historiadores hablan de un siglo a la deriva.

Después de Basadre viene la crítica de la izquierda sobre si tenemos o no una clase dirigente. La izquierda y el propio González Prada refieren que no y al no haber clase dirigente no hay proyecto nacional. Pero dentro de la historiografía más reciente, con una visión más positiva, encontramos a Carmen McEvoy, que hace una revaloración de Pardo. El propio Basadre nos habla de la grandeza de los miembros de la Revista de Lima (Palma, Ulloa, Pardo). Javier Tantaleán habla también de un proyecto nacional en la época de Pardo.

¿Pardo encarna el primer proyecto concreto de integración?

Muchas de las ideas de Pardo y de su grupo son originales pero son también herederas de una reflexión procedente de los años 30 y 40, como, por ejemplo, la crítica al militarismo. En la época de Pardo la sociedad peruana se vuelve más compleja, entre otras cosas debido a que ya hay más dinero, más grupos pensantes, además de una efervescencia por discutir problemas de fondo.

¿En este momento hay ya una crítica al militarismo?

En la elección de 1850, a raíz de la postulación de Domingo Elías, candidato del Club Progresista, hay una polémica sobre quién debe gobernar el país, si un civil o un militar. Se dice que el militar es un hombre con visión nacional, sin vínculos ni intereses personales, pero que el civil sabe administrar y crear riqueza. Finalmente gana la elección Echenique, que era militar.

Hay, además, un interesante desarrollo de ideas liberales.

En esta época se da un complejo proceso que podemos comprender a través de algo que en historia se conoce como "sociabilidad moderna", es decir, cómo se van organizando asociaciones civiles, clubes electorales, todo a partir de la década del 50, con una fuerte participación asociativa urbana tanto en Lima como en ciudades del interior o del resto de América. Esta tendencia va acompañada de un debate ideológico muy fuerte sobre los rezagos del antiguo régimen -mayorazgo, vinculaciones-, donde destaca una crítica muy liberal que incluso alcanza a la Iglesia Católica. La Constitución del 56 es todo un manifiesto liberal acompañado, además, por la eliminación del tributo indígena y la abolición de la esclavitud, ambas decisiones vinculadas a la prosperidad fiscal pero también a una guerra civil en la que una forma de congraciarse con la población de origen africano es ofreciéndole libertad. Después hay una reacción conservadora en la Constitución del 60, aunque sin regresar al autoritarismo de la Constitución de 1939.

¿Cómo se vincula este debate con el apogeo del guano?

A través de la discusión sobre cómo se distribuyen los ingresos del guano y la corrupción que se generaba, sobretodo en el gobierno de Echenique. Pero Castilla le hace un golpe de Estado, lo acusa de corrupto y plantea un sistema político más liberal. Cabe señalar que Castilla se había subido al carro liberal, no muy convencido del proyecto.

Pero su gobierno aparenta ser el más orgánico del periodo.

Ahora hay un gran debate sobre el gobierno de Castilla. Hay historiadores que levantan la imagen de Pardo como un hombre con un proyecto más moderno que el de Castilla, que modernizó el país en ciertos aspectos pero con una política clientelista.

¿Hay en este periodo la idea de modernizar el país a través de los ferrocarriles?

Hay una noción de modernización vinculada a la creación de infraestructura, una visión que actualmente vemos en la Interoceánica o la construcción de carreteras, que son, además, fuertes demandas sociales. La noción mundial de un país moderno se vinculaba a la construcción de ferrocarriles, pero en el Perú, además, reduciría el precio del transporte, uno de los grandes problemas en nuestro país. El Perú era la Arabia Saudita de esa época, con una línea de préstamos muy buena que se destinó, en parte, a la construcción de líneas ferrocarrileras. Había una noción de acercar el Perú, crear mercados. Pardo es un gran entusiasta de los ferrocarriles, de la extensión del telégrafo, del barco a vapor, todos síntomas de modernidad. La crítica que se ha hecho a estas inversiones tiene que ver con su viabilidad económica, si valió la pena invertir de la manera en que se invirtió.

¿La crisis previa a la guerra se agudiza con la pérdida de aliados estratégicos como Inglaterra?

El Perú era un país moroso al que no se le prestaba dinero, pero una vez que se resolvió el problema de la deuda externa con el guano y se comenzó a pagar, el país vuelve a calificar. El Perú era tan rico que podía conseguir mucho dinero vía préstamos. En el caso de Inglaterra las relaciones anglo-peruanas se mezclan, por un lado, con el tema de la expropiación de las salitreras inglesas, y, por otro, con los vínculos que los ingleses empiezan a tejer en Chile a través de sus compañías afincadas en Santiago. Se forman redes empresariales inglesas más poderosas en Chile que en el Perú. Pardo había expropiado las salitreras y eso creó un malestar. Basadre dice que si bien es cierto los ingleses apoyan a Chile y tienen interés en que las compañías inglesas administren el salitre, al final es el gobierno chileno el que decide la guerra.

Chile aparece en varios momentos de nuestra historia: la independencia, la confederación, la guerra con España.

Tanto Chile como el Perú se vieron amenazados por el poderío español y eso generó una alianza americana, no solo peruano-chilena. En Buenos Aires hay desfiles a favor de Perú y Chile. Y es que en esa época se hablaba de la posibilidad de una reconquista española de América. Durante el gobierno de Flores, en Ecuador, hubo el proyecto de acoger tropas españolas, que serían enviadas desde ese país, es decir, se buscaba establecer un gobierno similar al de Maximiliano, en México. Resumiendo, hay cuatro momentos importantes en las relaciones con Chile. Primero, la independencia. Cuando San Martín pasa por Chile obliga a O'Higgins a financiar la expedición al Perú, de lo contrario la independencia no se consolidaría. Después, durante la Confederación Peruano-Boliviana, el gobierno de Prieto considera que la alianza es una amenaza y no le faltaba razón pues el Perú iba a recuperar su hegemonía en el Pacifico Sur. Luego está el conflicto comercial entre Valparaíso y el Callao y finalmente la propia guerra.


Publicado en el diario El Comercio, 09/10/2005
El Reportero de la Historia, 7:30 p. m. | Enlace permanente | 0 Comentarios |

TOMO VII:
Jorge Basadre y el abismo social en el Perú

Por Enrique Hulerig Villegas

Catedrática de la Universidad Católica, Scarlett O'Phelan es una de nuestras historiadoras de mayor prestigio. Experta en el período de la independencia es también conocedora del período previo a la Guerra del Pacífico, tema fundamental del volumen VII de la "Historia de la República" de Jorge Basadre.

¿Por qué la historiografía peruana no incluye la historia de Tarapacá anterior a la Guerra con Chile?

Los historiadores trabajamos con las fronteras del siglo XX y no tomamos conciencia de sus variaciones. Descartamos espacios que estuvieron integrados al Perú porque en el siglo XX ya no están. Sin embargo, hay que poner los ojos en Tarapacá, porque fue una variable fundamental en la coyuntura de la guerra, donde los recursos naturales fueron claves, tanto Atacama como Tarapacá eran enclaves argentíferos y salitreros de gran importancia.

¿Cuándo se inicia el despegue del salitre?

En la década del 60, cuando el guano ya no es considerado el único fertilizante en Europa, el salitre empieza a ser explotado de manera sostenida. El boom es tan importante que el historiador británico Rory Miller se sorprende de que el Perú monopolizara los dos grandes abonos del siglo XIX: guano y salitre. Las salitreras, además, son foco de migración para mano de obra chilena, al punto que las tres cuartas partes de la población minera eran de ese país.

Se dice que Tarapacá tenía mayor contacto con Chile que con el Perú.

Se señala que Tarapacá es abastecido desde Valparaíso y que el contacto con Lima es casi nulo, que no hay una política de Estado y que el flujo comercial viene del lado chileno. El diario El Comercio anota el 18 de octubre de 1873: "Todo lo que Iquique consume es traído de fuera, principalmente de Chile, y con esta república mantiene una comunicación diaria". Lima no tiene ninguna política de integración y Tarapacá se ofrece en bandeja a los chilenos. Tampoco había una política de control sobre la producción salitrera ni sobre la población que la trabajaba. ¿Cómo puede un Estado dejar la mano de obra en control de ciudadanos extranjeros?

¿La guerra fue un tema de recursos naturales o de tratados incumplidos?

Hay una interpretación que dice que la guerra estalla porque Bolivia incumple el tratado que firmó con Chile en 1874, por el cual daba permiso a empresas chilenas para explotar sus recursos, ofreciendo no modificar las relaciones comerciales ni crear nuevos impuestos. Cuando Daza asume el Gobierno Boliviano ignora el tratado y crea un derecho de diez centavos por quintal de salitre explotado. Chile siente que el convenio ha sido violado y ese es el argumento para declarar la guerra. La otra interpretación tiene que ver con la necesidad de controlar los recursos naturales. Ni Perú ni Chile atravesaban una buena situación: la crisis de la década del 70 en Europa quebró ambas economías. Pero mientras en Perú había la posibilidad de explotar el salitre, en Chile la situación era más complicada. Chile controlaba los cereales en la región, pero antes de la guerra su producción cae, pues varios países europeos comienzan a producirlos y se dejan de importar. Además, se acababa de atravesar una sequía seguida de inundaciones que destruyeron las cosechas. Sumado a eso, cae el precio internacional del cobre y las pequeñas empresas que lo producían deben cerrar, lo que produce un gran éxodo de mano de obra. Por último, Alemania, gran importador de plata chilena, opta por el oro, con lo que la minería de plata también entra en crisis. El panorama de Chile es sombrío. De allí que el historiador chileno Luis Ortega señale que si alguien presiona al presidente chileno para que busque la guerra es la burguesía, asfixiada por la crisis.

Inglaterra tenía mayores relaciones con el Perú que con Chile, pero esta situación en algún momento cambia.

Las casas comerciales inglesas estaban afincadas en Chile; y había, además, la disputa sobre qué puerto, si el Callao o Valparaíso, dominaría el Pacífico. Que Valparaíso sea el gran puerto era el viejo proyecto de Diego Portales. En los años previos a la guerra, la estrategia chilena para capturar el capital británico fue tener una política liberal, con aranceles bajos, con pocos impuestos, con tolerancia religiosa, mientras en el Perú había una política proteccionista que ahuyentaba el capital. Cuando Santa Cruz asume el proyecto de la confederación, adopta una política liberal y eso alarma a Portales, no vaya a ser que Valparaíso pierda frente a Lima su control sobre el Pacífico. Ya en los años previos a la guerra, las facilidades comerciales que ofrece Chile hacen que los británicos vean en la guerra la posibilidad de renegociar el tema de las salitreras que Pardo había expropiado en 1875.

¿Preocupaba a Chile una posible hegemonía peruana en el Pacífico?

Chile fue una capitanía general con una condición de subalternidad. Esto es lo que Portales trata de revertir. Ya durante la guerra, cuando el ejército chileno entra a Lima, en una de las cartas que se envía al presidente chileno Pinto, se dice: "Hemos entrado a la capital virreinal". Además, desde la época de la confederación, había en Chile el temor al poder de los recursos naturales del Perú y Bolivia juntos. Se respetaba a Santa Cruz: se lo ve inteligente, capaz, con un proyecto interesante. Esto en contraste a cómo lo ve la aristocracia limeña, de una manera racista, burlándose de su apariencia física, descolocando su proyecto político. Es interesante la manera de ver el Perú que tiene Portales: en una carta que le envía en 1836 a Blanco Encalada dice que en Lima hay una gente ilustrada, de raza blanca, ligada a familias de influjo en España, más inteligente que los chilenos, pero con menos carácter.

Una élite que no consigue desarrollar proyectos de integración.

Uno busca las razones por las que el Perú tuvo tantos problemas en la guerra y lo primero que encuentra es un país no integrado, con énfasis en la costa y una postergación de la sierra, sin un proyecto claro de educación y sin inclusión de la población indígena. En contraste, Chile insistía en el tema educativo como la base para formar un Estado. De esto se queja Basadre cuando habla del Perú como un Estado empírico, sin cuadros preparados para gobernar. Pardo tiene una frase muy interesante: "La locomotora enseña más que la escuela". Es decir, para la población indígena ver una locomotora era de mayor provecho que ir a una escuela. Por eso Basadre habla del abismo social en el Perú.

¿La aparición del liberalismo no trajo una manera nueva de hacer política?

Dice Basadre que el problema del Perú es que mientras en el período del 40 al 70 hay seis presidentes en Chile, en el Perú hay 20. Puede entrar un presidente liberal pero luego llega uno proteccionista. En el Perú, aunque haya proyectos liberales, el centralismo pesa mucho.

¿Cómo explica Jorge Basadre este período?

Basadre es bastante crítico frente a las élites de poder. Ese es uno de los temas que más enfatiza: la idea de un poder no constituido, sin un proyecto concreto, y cómo la guerra, que sirvió para tomarle el pulso al Perú, muestra esas debilidades. De allí que Basadre analice la construcción de un Estado mal constituido.


Publicado en el diario El Comercio, 16/10/2005
El Reportero de la Historia, 7:00 p. m. | Enlace permanente | 2 Comentarios |

TOMO VIII:
Jorge Basadre y las razones de una guerra

Por Enrique Hulerig Villegas

Gracias a su libro "Las guerrillas indígenas en la guerra con Chile" se abrieron nuevas perspectivas para entender la Guerra del Pacífico. Conversamos con Nelson Manrique, sociólogo e historiador de la Universidad Católica, sobre las razones del conflicto, tema del volumen 8 de la "Historia de la República".

¿Cuál es la evolución republicana del Perú y Chile?

En primer lugar, a diferencia del Perú, Chile hace su propia independencia. En Chile hay una burguesía que se juega por la independencia y que luego se afirma como una clase dominante con extraordinaria consistencia. Entre 1831 y 1891 no hubo un solo golpe militar en Chile. Todos sus gobiernos fueron constitucionales y duraron 6 años. En 1881, mientras Lima era ocupada, los chilenos se dan el lujo de hacer una campaña electoral con cuatro candidatos, seguida de una transferencia democrática de poder. Durante ese período, la duración de un presidente en el Perú es, en promedio, de un semestre.

¿Cuál era la situación económica del Perú antes de la guerra?

Un desastre. Hay dos momentos en que el Perú se declara en bancarrota. El primero es luego de la independencia, cuando la ilusión de la riqueza minera se extingue y los créditos que se concertaron en la bolsa de Londres para financiar la independencia no pueden ser pagados. Recién en 1849, con los ingresos del guano, se empieza a pagar. Gracias al guano y al salitre, entre 1849 y 1873 los ingresos se multiplican por cinco, pero las deudas se multiplican por ocho. Creyendo que el guano es eterno, la oligarquía peruana gasta por encima de sus recursos. El primer movimiento de trabajadores en Lima es organizado por carpinteros y ebanistas que atacan un barco en el Callao y tiran al mar la mercancía. Y es que la oligarquía limeña ya no les manda a hacer nada, ni siquiera las puertas de sus casas. ¡Todo lo estaban importando! Se dilapidan los recursos. Los cien millones de libras esterlinas que ingresan en el período colocan al Perú como potencia económica de América Latina, pero en 1873 se descubre no solo que ya no existe ese dinero sino que el Perú se ha endeudado por ocho.

¿En qué consiste la deuda interna?

Digamos que si un sargento mayor te requisa tres mulas, te da un vale que dice "el ejército patriota debe al señor por tres mulas". Esa es la deuda interna que en 1849 decide pagarse. Pero se hace un negociado tremendo y se inventan papeles para justificar pagos. La comisión nombrada para evaluar la corrupción estimó que la deuda ascendía a unos 7 millones de soles. ¡Pero se pagaron 23 millones! Una total irresponsabilidad. Para 1876 el Estado Peruano se declara formalmente en bancarrota.

A tres años de la guerra.

Además, como entre 1821 y 1872 los presidentes peruanos, sin excepción, habían sido militares, cuando en 1872 llega al poder el primer presidente civil, Manuel Pardo, busca controlar el militarismo y fortalece cuerpos alternativos como la Guardia Nacional, debilitando las Fuerzas Armadas en vísperas de la guerra. Mientras tanto, los acorazados que Chile compra provocan una crisis en Estados Unidos, que, de repente, descubre que su Marina, compuesta por corbetas y monitores, ha quedado obsoleta. Los dos barcos chilenos son lo más moderno en toda América. En el Perú hay una clamorosa imprevisión frente a un país que se preparaba para la guerra.

¿Era necesario suscribir un tratado defensivo con Bolivia?

Basadre ha registrado al menos seis ocasiones en que los diplomáticos chilenos se acercan a la élite boliviana ofreciéndoles la alternativa de que Bolivia les ceda su litoral a cambio del respaldo de Chile para apropiarse de Arica. Basadre concluye, acertadamente, que el Perú no tenía alternativa: si no se aliaba con Bolivia, se abría el camino a una alianza chileno-boliviana. Se plantea entonces impedir la guerra a través de una alianza integrada por Perú, Bolivia y Argentina, país que tenía un conflicto con Chile por la Patagonia y cuyo Senado aprueba la propuesta. Como Bolivia no tenía flota y era evidente que la guerra se definiría en el mar, solo una armada combinada peruano-argentina podría neutralizar a la chilena. ¿Qué impide que se concrete la alianza? El canciller boliviano Mariano Baptista se juega con todo a sabotear esta relación por un diferendo limítrofe entre Bolivia y Argentina sobre Tarija, que, de acuerdo al uti possidetis juri de 1810, pertenecía a Argentina, pero que formaba parte de Bolivia por autodeterminación. La posición argentina era no reclamar Tarija, pero para participar en la alianza plantean que se mencione explícitamente la defensa del principio del uti possidetis debido a que ese era su título en la controversia con Chile sobre la Patagonia. Los bolivianos se niegan a toda referencia al uti po- ssidetis en la alianza y la participación de Argentina se dificulta. Pero había otra razón de fondo: el canciller Baptista era abogado de las grandes familias de la oligarquía minera boliviana que habían crecido aliadas al capital británico y chileno. Aniceto Arce, el minero más importante, luego presidente de Bolivia, es uno de los defensores de la tesis de una alianza con Chile en contra del Perú. De hecho, Arce mantiene su empresa, la minera Huanchaca, la más grande de Bolivia, cuyo capital es compartido con Chile, operando y distribuyendo utilidades en plena guerra. En 1883 Arce comienza la construcción del ferrocarril que unirá Antofagasta -el puerto que Chile acababa de quitarles- con su mina, y como presidente, promueve su expansión a Oruro, Potosí y La Paz a fin de integrar el mercado interno boliviano con Chile. La oligarquía minera boliviana sacrifica el litoral en defensa de sus propios intereses.

¿Qué significaba para Chile el salitre?

El más grande liberal que tuvimos, Manuel Pardo, presidente del Partido Civil y del Perú, comprometido con el libre mercado y el librecambismo, nacionaliza el salitre en 1875. Y es que finalmente se da cuenta de algo que ahora los chilenos también saben y por eso no venden el cobre: que es necesario defender los recursos propios. ¿Qué significó la guerra para Chile? En 1885 el salitre responde al 52% del presupuesto nacional chileno, pero apenas una década después Chile ya había perdido el salitre a manos del capital inglés, con John North, el rey del salitre, a la cabeza. El presidente Balmaceda, canciller durante la Guerra del Pacífico, había reaccionado nacionalizando las salitreras en 1890, pero la oligarquía chilena, en alianza con el capital británico, le monta el primer golpe de la historia de Chile. Balmaceda es derrocado en 1891 y, como Allende, se suicida antes de entregar el poder.

Por otra parte, el Perú oficial valora poco la resistencia indígena en la sierra.

La resistencia es extraordinaria. Pero el mejor balance lo hace el propio Cáceres. Los encargados del municipio de Acostambo, en la sierra central, le envían una carta para ponerse a sus órdenes y Cáceres les responde con otra carta el 29 de noviembre de 1883. Es un documento importante que quisiera citar: "Cuando en el país todo es desconcierto y desmoralización, cuando la ruina de nuestras instituciones no reconoce otra causa que la falta absoluta de sentido moral, cuando los grandes móviles han desaparecido ante el empuje de innobles propósitos y de mezquinos intereses, es ciertamente consolador y de fecunda enseñanza el glorioso contraste que ofrece el pueblo de Acostambo (...), levantándose con la altivez de la dignidad nacional herida pero no humillada, con la desesperación del patriotismo que no se detiene ante el sacrificio, resuelto a morir combatiendo contra los enemigos del Perú". Aquí viene el balance: "Dos clases de elementos ha contado el Perú en la lucha sangrienta a que Chile lo provocara. El elemento de los capitalistas y de los audaces, compuesto el primero de comerciantes enriquecidos con la fortuna pública, y el segundo de empleados civiles y militares sin talento y sin carácter, encumbrados por su propia miseria a la sombra de revoluciones injustificables que han desmoralizado la república. Cuando el vigor del patriotismo parece haberse extinguido por completo (...), entonces las grandes virtudes, que no existían en las clases directoras de la sociedad, reaparecen con más generosidad en el corazón de pueblos que se tildaba de masas inconscientes y a los que se menospreciaba, haciendo gravitar sobre ellos, en época de paz, los horrores del pauperismo y la ignorancia, y en la guerra, los sacrificios y la sangre". La derrota se produce porque la clase dominante, es decir, los terratenientes, deciden entregar Tarapacá para que termine la guerra, que los ha quebrado y los amenaza como clase social. Pero los campesinos siguen luchando, incluso después de firmada la paz.

¿Qué repercusiones tuvo la resistencia?

Cáceres provoca una crisis ministerial en Chile por la derrota de una división completa en las batallas de Pucará, Marcavalle y Concepción. En el Congreso chileno se interpela al canciller Balmaceda y la interpelación va en términos de por qué el ejército chileno llega a Lima, por qué no se detuvo en Tacna tras haber conseguido su propósito. Balmaceda responde que en el litoral del Pacífico hay dos puertos de progreso, el Callao y Valparaíso, y para que uno emerja, el otro tiene que desaparecer.

¿Cómo se desarrolla la campaña?

Al comienzo la movilización de indígenas se hace como en las anteriores guerras civiles: son arriados al combate. A los hacendados se les pone el uniforme de oficial y a los pongos el de soldado y aún hay lealtad a caudillos y terratenientes. Luego la guerra se traslada a la sierra central. Y en el valle del Mantaro no había haciendas sino campesinado libre. Cuando el ejército chileno ocupa la zona, saquea y viola, pero choca con orgullosos pequeños propietarios independientes. Se desata entonces una ola nacionalista en la que el rechazo al invasor unifica a los peruanos. Las cartas de los oficiales son claras: "El enemigo común es el chileno". Y aún hoy se conmemoran en el centro fiestas como la Majtada o los Avelinos. Como decía Macera, el único lugar en el Perú donde la guerra se celebra con ánimo festivo es la sierra central, porque ahí los campesinos no fueron derrotados sino que ganaron la guerra.


Publicado en el diario El Comercio, 23/10/2005
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TOMO IX:
Jorge Basadre y un país en medio de la guerra

Por Enrique Hulerig Villegas

Nieto de uno de los heroicos sobrevivientes de la tripulación de Huáscar, el contralmirante (r) Melitón Carvajal, presidente del Instituto de Estudios Histórico-Marítimos del Perú y autor de varios de los tomos de la vastísima colección "Historia Marítima del Perú", nos habla sobre aspectos poco conocidos de la Guerra del Pacífico, tema del volumen 9 de "Historia de la República".

Se dice que el Perú descuida su poderío bélico, sobre todo durante el gobierno de Pardo.

Pardo no descuida a las Fuerzas Armadas. Cuando en 1872 los hermanos Gutiérrez desatan una revolución para que Pardo, que acababa de ser elegido, no asumiese la presidencia, tienen el total rechazo de la Marina, que se opone a la sublevación. De allí más bien que en 1875 el gobierno de Pardo organice, por primera vez, lo que se denominó escuadra de evoluciones. La escuadra, que casi todo el tiempo estaba fondeada, sale del Callao rumbo al sur a realizar maniobras y ejercicios tácticos de artillería durante cinco meses y los comandos de los buques son los mismos que luego comandarán la Armada durante la guerra. Fue necesario, sin embargo, reclutar personal para los ejercicios, pues durante el gobierno de Balta se decretó un desarme de los buques, así como una reducción de su personal, lo que implicaba problemas en el mantenimiento. Las maniobras culminan debido a que estalla en el sur una revolución de Piérola y los buques deben utilizarse para movilizar al ejército. Es tan costosa la movilización que se desestabiliza el presupuesto para la compra de blindados. Pardo, en efecto, había consignado 4 millones de soles en el presupuesto para la construcción de blindados en Europa.

¿El Huáscar y la Independencia son las últimas compras de importancia?

En 1872, durante el gobierno de Balta, se decide construir en Europa dos blindados y dos cañoneras, ya que desde 1871 se estaba recibiendo noticias del cónsul peruano en Valparaíso acerca del armamentismo chileno. El propio comandante general de la Marina, capitán de navío Manuel Ferreyros, integra una comisión encargada de hacer las gestiones en Europa pero Dreyfus, que manejaba las finanzas del Perú, no permitió la adquisición de los blindados, que iban a ser más poderosos que los buques que Chile acababa de comprar en Inglaterra.

¿La pérdida de la Independencia determina la derrota naval peruana?

El poder naval del Perú estaba representado por sus dos blindados: el Huáscar y la Independencia. No había más blindados excepto dos monitores, el Manco Cápac y el Atahualpa, que no tenían capacidad de alta mar. El Huáscar y la Independencia eran primordiales y al perderse la segunda se redujo nuestro poder ofensivo.

Pero el Huáscar estabiliza la guerra.

Sí, pero antes del combate de Angamos, Chile ya había llegado a la decisión de que con el Huáscar en manos peruanas o no, en noviembre empezarían la invasión de Tarapacá. La guerra se estaba prolongando demasiado y había protestas internas e internacionales.

¿El Perú contaba con suficientes buques-transporte?

El transporte de efectivos debía hacerse por mar y el Perú no tenía sino algunos transportes para efectuar ese traslado de tropas. Los chilenos, en cambio, contaban con la Compañía Sudamericana de Vapores, que existe hasta hoy, cuyos buques mercantes habían sido contratados por el Gobierno Chileno. Nosotros no teníamos buques a vapor de privados, ni uno solo, y no teníamos Marina Mercante, lo que hubiera contribuido a un mayor y más oportuno desplazamiento de tropas al sur.

¿Por qué no llegaron a tiempo los dos buques que se mandaron armar en Alemania, el Sócrates y el Diógenes?

Desde un comienzo el Perú inicia gestiones para adquirir buques de guerra, pero, poniendo como pretexto la neutralidad, nadie quiso venderle ni construirle buques de guerra al Perú. Se recurrió a una estrategia: se mandó construir en Alemania dos buques mercantes, el Diógenes y el Sócrates, que se logró pagar gracias a colectas nacionales. Estos buques serían enviados a Inglaterra o Francia para artillarlos, pero la inteligencia chilena intervino, los ingleses apelaron a la neutralidad y los buques, finalmente, no llegaron a su destino.

¿Era una operación oculta?

Sí. De Inglaterra, vía Panamá, se trajo una torpedera camuflada como si fuera un yate hawaiano, pero los chilenos la capturaron en Ecuador. El Perú estaba en inferioridad de condiciones debido a su posición geográfica: solo podíamos conectarnos con Europa a través del istmo de Panamá. En cambio, Chile tenía el estrecho de Magallanes.

Pero la corbeta Unión fue hasta la Patagonia a interceptar un buque chileno.

En el capturado transporte Rímac se encuentra correspondencia de buques mercantes europeos que traían pertrechos a Chile. Se destaca a la Unión para que intercepte uno de estos buques en el estrecho de Magallanes. La corbeta llega hasta Punta Arenas, pero el transporte con pertrechos había cruzado hacía ya 10 días. Sin combustible, para su viaje de regreso los oficiales de la Unión deciden comprar en carbón y víveres en el propio Chile.

Luego de la caída del Huáscar, empieza la campaña terrestre. La retirada del ejército peruano luego de Tarapacá está marcada por hechos lamentables: cañones atascados, soldados sin zapatos, sin agua, caminatas en círculos.

A solo tres semanas del combate de Angamos, Chile había ya concentrado más de 9 mil soldados en Antofagasta. Las fuerzas chilenas no solo eran superiores en cantidad y armamento, sino que respondían a un comando unificado. El Perú estaba dentro de una alianza y no se sabe si las tropas peruanas y bolivianas llegaron a compenetrarse. Preferiría hablar de la campaña terrestre solo de forma general o cuando hayan participado en ella marinos.

¿Hay presencia de marinos en la resistencia?

En la resistencia de Cáceres, y este es un detalle que se menciona poco, hay presencia de marinos, por ejemplo, Leoncio Prado, marino en un comienzo, que, luego, en Arica, se pasa al ejército. Como marino participa en la guerra con España, en una expedición organizada por el almirante Tucker por el Amazonas y después parte a Cuba. A raíz de la guerra regresa al Perú, recibiendo el puesto de jefe de la primera división de torpedistas en Arica. Después se integra a la resistencia de Cáceres. Moore, el comandante de la Independencia, se quedó en Arica de voluntario y fue jefe de una de las baterías durante la batalla por el morro, donde murió.

¿Hay informes directos sobre el combate de Angamos?

Cuando el Huáscar estaba en Iquique, el corresponsal Julio Octavio Reyes se hallaba embarcado. El día del combate de Angamos, por razones circunstanciales, Reyes baja a tierra minutos antes de que Grau recibiera las órdenes de zarpar y lamentablemente se queda en tierra. Pensó que podía alcanzarlo en Arica pero el Huáscar nunca llegó. En la Unión, en cambio, estaban los corresponsales de El Comercio, de "El Nacional" y de "La Patria". Si bien sus informaciones son valiosas, hay que tomarlas con pinzas porque una cosa es oír un cañonazo a tres millas y otra estar en combate. Por el lado chileno hubo un corresponsal del diario "El Mercurio" embarcado en el Loa, es decir, viendo también las cosas de lejos. Su ventaja es haber conversado con los oficiales del Cochrane de regreso en Mejillones, así como también con oficiales prisioneros.



Publicado en el diario El Comercio, 30/10/2005
El Reportero de la Historia, 6:00 p. m. | Enlace permanente | 2 Comentarios |

TOMO X:
Jorge Basadre y la reconstrucción nacional

Por Enrique Hulerig Villegas

Actual presidente de la Academia Nacional de la Historia y catedrático de la Pontificia Universidad Católica, José Agustín de la Puente Candamo es uno de nuestros historiadores más importantes. Nieto de Manuel Candamo, presidente constitucional del Perú durante el período 1903-04, De la Puente es, sin duda, uno de los mayores conocedores del siglo XIX, siglo al que ha dedicado varios libros y estudios. En la siguiente entrevista, nos aproxima a algunos aspectos de la reconstrucción nacional, tema principal del volumen 10 de la "Historia de la República" de Jorge Basadre.

¿Podría decirse que, durante la llamada época de la reconstrucción nacional, se vivieron momentos similares a los que actualmente viven el Perú y Chile?

La historia está viva y los peruanos la vivimos a través de una memoria muy dramática, aunque con elementos espirituales realmente aleccionadores, no solo durante la guerra misma, sino, sobre todo, durante la reconstrucción, que significó rehacer el país en medio de una soledad absoluta, sin nadie que nos prestase un centavo. ¿Qué levantó al Perú si no fue la voluntad de nuestros abuelos de seguir siendo peruanos? La reconstrucción fue una epopeya merecedora de mejor recuerdo, donde salió a la luz la fuerza de algo que solo aparece en momentos dramáticos: la fuerza de la historia. Hubo, pues, circunstancias muy intensas, difíciles de explicar, una especie de ascética cívica. Y si bien no podemos olvidar lo que pasó porque es parte de nuestra memoria sanguínea, tampoco debemos alimentar el rencor. Juan Pablo II decía que los pueblos deben limpiar su memoria; y es cierto, no se trata de defender el olvido, pero sí de oponernos a mantener encendido el odio. De otro lado, a los chilenos les diría que, así como nosotros debemos someter nuestro dolor y aceptar la convivencia, moderen ellos su triunfalismo. Dios ha querido que seamos vecinos y tengamos intereses comunes.

Según Basadre, este período fue dramático, pero ese carácter fue especialmente intenso en Tacna.

Durante la chilenización de Tacna y Arica se vivieron momentos terribles. Era el tiempo, además, de las largas y difíciles negociaciones para realizar el plebiscito, que a la postre nunca ocurrió. En su libro "Mi infancia en Tacna", Basadre recordaba que la patria parecía ser algo remoto, distante, casi un ideal. Y como en diez años, que es el tiempo previsto por el tratado, era imposible cambiar el espíritu de un pueblo, Chile pone todos los obstáculos para que se realice el plebiscito. El gran tema es quiénes iban a votar. El principio de la libre determinación de los pueblos, amparo intelectual de un plebiscito como ese, se apoya en que deben votar los oriundos, no los forasteros ni los que estén allí por razón administrativa. En este contexto, es de resaltar lo ocurrido con la comisión presidida por el general Pershing, héroe norteamericano de la Primera Guerra Mundial, quien comprobó que lo que el Perú afirmaba era cierto, es decir, que en esas circunstancias era imposible un plebiscito honesto. Fue un triunfo moral y jurídico para el país. Cuando Perú firma el Tratado de Ancón jamás imaginó que se iba a perder Tacna y Arica. Si el plebiscito se realizaba en 1894, a diez años de la ratificación del tratado, lo ganaba el Perú. Aun si se hubiera realizado en la década del 20, también lo ganaba, porque, en medio de la desgracia, era evidente el heroísmo de los paisanos de las provincias cautivas. La guerra terminó formalmente en 1883, pero para un tacneño o un ariqueño recién terminaría en 1929. Recuperar las provincias cautivas fue un verdadero objetivo nacional.

Se ha hablado mucho de los cientos de documentos y libros de la Biblioteca Nacional que se perdieron durante la ocupación chilena de Lima.

Efectivamente, se perdió mucho en la Biblioteca Nacional, y ese es un tema que ha ganado vida nuevamente. La biblioteca fue víctima de un saqueo y eso hay que resaltarlo, aunque es curioso que el archivo, que estaba en el mismo local, no fuera tocado. Además, San Marcos fue convertido en cuartel durante la guerra. Se perdieron también los papeles de la Inquisición. Hace poco se publicó un libro de un historiador chileno sobre la Inquisición y estaba apoyado en ese material. Todavía quedan en la Biblioteca Nacional de Santiago muchos libros con el sello de la Biblioteca Nacional de Lima.

Por esos años el Estado Peruano se hallaba en la bancarrota y el Contrato Grace dio a muchos la sensación de ser un respiradero. Sin embargo, muchos políticos se oponen a su firma.

Hubo políticos muy importantes contrarios al Contrato Grace, porque significaba una suerte de hipoteca de determinados bienes. Pero era una fórmula para que el Perú mantuviese una tranquilidad respecto al servicio de la deuda externa. Fue un contrato, diría yo, dramático, pero todo lo era en ese momento de angustia nacional; y había que buscar la salida menos mala. Hay, sin embargo, otros aspectos en el tiempo de la reconstrucción: Iglesias, en sus primeros días de gobierno, no tenía nada de efectivo, y así se tuvo que rehacer toda la estructura económica del país, la agricultura, que había sufrido mucho en la costa, la minería, la industria, las instituciones, San Marcos, el Poder Judicial, las municipalidades, todo el servicio administrativo del Estado. En su gobierno, Lynch creó todo un esquema administrativo de ocupación, con reglamentos, normas. Se llega al punto de resellar las estampillas peruanas con un escudo chileno. En el caso de San Marcos, que había sido convertida en cuartel, muchos profesores, en particular los de Derecho -esto lo explica el rector Ribeyro en su memoria de 1883-, dictaban clases en sus casas para que la vida académica no muriera. Y es que teníamos tres historias: la historia del Perú en conjunto, la historia de los hombres de Arica y de Tacna y la historia de los tarapaqueños. Y volver a vivir bajo nuestra bandera fue, tal vez, la historia más profunda de la guerra.

¿Es cierto que se prohibió el empleo de los símbolos nacionales?

Sí, pero solo durante el breve lapso que duró el gobierno de García Calderón en Magdalena se le dio permiso para usar la bandera peruana, pero eso terminó en setiembre de 1881. La bandera que flameaba en Palacio de Gobierno era la chilena. Basadre cuenta que muchos paisanos nuestros se arrodillaron y lloraron en la Plaza de Armas de Lima cuando Iglesias entró a la Casa de Gobierno y se izó la bandera peruana. La historia del sufrimiento espiritual de las familias peruanas es un tema apasionante.

¿Haber asumido el gobierno con el ejército de ocupación en Lima le valió a Iglesias tener muchos detractores?

No solo para Cáceres sino para muchos peruanos, la postura de Iglesias fue rechazable. Pero si uno ve la historia desde lejos comprende esa postura. En una ocasión, Iglesias dijo que se necesitaba más coraje para negociar con el enemigo que ir a otra batalla. Me pregunto si las terribles guerras civiles entre Iglesias y Cáceres tuvieron un sesgo ideológico o solo eran dos formas distintas de ver el Perú. Cáceres, evidentemente, nos despierta ilusión y entusiasmo; Iglesias, en cambio, puede no suscitarlo, pero no fue un títere ni un hombre de mala conducta, pienso que fue un patriota, que simplemente no creía en la guerra permanente que postulaba Cáceres en la sierra. Iglesias no solo vio morir a su hijo en Chorrillos, sino que él mismo estuvo a un instante de morir. Él pensaba que el país necesitaba levantar esa losa que representaba la ocupación y debía comenzar de nuevo cuanto antes. Cáceres e Iglesias representan una síntesis muy útil. Son dos paradigmas, dos posturas, una de un realismo espantoso y la otra de una postura ideal, quizás inalcanzable.

Sin embargo, no faltarán algunos que arguyan que sí se logró alcanzar.

Sí, efectivamente, la guerra del Mantaro la ganamos. En esa historia de lo que pudo ser y no fue, sería interesante pensar qué hubiera pasado si el Ejército peruano vencía en Huamachuco, cuando recargan los chilenos y nosotros ya no teníamos municiones. Cáceres estuvo a un segundo de ser capturado: se salvó gracias a su famoso caballo El Elegante, que dio un salto increíble sobre una acequia muy ancha y dejó atrás a sus perseguidores.

La reconstrucción nacional enmarca también el surgimiento de diversas instituciones gremiales como la Sociedad Nacional de Industrias. Por otro lado, se redacta también el Código de Minería y comienza a apreciarse el desarrollo de la banca.

El país se levanta por todos lados. Hay, además, la circunstancia de que en ese momento llegan al Perú grandes avances técnicos y científicos de todo el mundo; la industria y la banca se modernizan, y aparecen también instituciones que buscan reafirmar el sentido de lo peruano: se funda la Academia Peruana de la Lengua, la Sociedad Geográfica, el Ateneo, Juan de Arona (seudónimo de Pedro Paz Soldán y Unanue) publica su "Diccionario de peruanismos" y en el año 1905 se crea la Academia de la Historia. Como parte de la reconstrucción nacional, hay una necesidad de estudiar lo peruano y hay, pues, una conjunción de diversos esfuerzos económicos, industriales, intelectuales.

Nicolás de Piérola y Andrés Avelino Cáceres son dos personajes, dos figuras centrales de estos años. Y el nombre de Piérola resulta polémico incluso hasta hoy.

Creo que hay dos hombres en Nicolás de Piérola: uno es el conspirador, el revolucionario del tiempo de Pardo; el otro es el Piérola de 1895, un hombre que ya había madurado, que gobernó con una visión nacional, no con criterio partidario. Y gobernó, además, con sus antiguos enemigos: el Partido Civil y el Demócrata, que forman la Coalición Cívico-Demócrata que va a gobernar del 95 al 99 y que fue un gobierno excelente. Aquí hay una lección: cómo es que tantos peruanos que piensan de modo diferente se ponen por encima de la política y se permiten trabajar juntos. La unión de civilistas y demócratas bajo la presidencia de Piérola fue una experiencia sumamente interesante, que posibilitó que el Perú tuviera 25 años de paz casi continua, salvo la revolución contra Billinghurst, hasta 1919. Por el contrario, creo que la vocación real de Cáceres no fue la del gobernante sino la del gran militar, el jefe con carisma y coraje. Su gobierno no expresa lo mejor de él. Sin embargo, hay que resaltar que Cáceres tenía ya una visión profunda del Perú. Como provinciano, veía que no todo era Lima sino que debía buscarse la totalidad. La lección de la Campaña de la Breña es imborrable: no fue la guerra de la estructura de un Estado, que estaba colapsado, sino la guerra de un pueblo.


Publicado en el diario El Comercio, 06/11/2005
El Reportero de la Historia, 5:30 p. m. | Enlace permanente | 2 Comentarios |

TOMO XI:
Jorge Basadre y los ecos de la posguerra

Por Enrique Hulerig Villegas

Profesor de la Escuela de Guerra Naval, Jorge Ortiz es considerado uno de nuestros mayores especialistas en historia marítima. A su ya vasta bibliografía acaba de incorporar el libro "Perú y Gran Bretaña, política y economía a través de los informes navales británicos (1808-1839)", un acabado y valioso estudio sobre uno de los períodos más intensos de nuestra historia. Conversamos con él sobre algunos puntos del volumen XI de la "Historia de la República", de Jorge Basadre Grohman.

Basadre sugiere que el tema de los peruanos en Tarapacá es uno de los signos de la reconstrucción.

Las relaciones entre Perú y Chile se agrian a raíz de las presiones para que Chile cumpla con el plebiscito. La actitud oficial y colectiva chilena se vuelve agresiva hacia los peruanos de Tarapacá y hacia la década de 1910, la comunidad peruana se ve especialmente afectada, como sucede con los clubes o la compañía peruana de bomberos, que aún existía. Muchos peruanos viajan al Perú durante el primer gobierno de Leguía, ya que se les otorga tierras cerca de Carmen de la Legua, en un lugar conocido como urbanización Tarapacá. Pero son abandonados a su suerte. Traían costumbres y acento del sur y los limeños los veían como chilenos. En Tarapacá eran peruanos y en el Perú, chilenos.

Otro punto de interés en este contexto es, sin duda, el Contrato Grace.

William Grace era un irlandés crecido en el Perú que desarrolla la base de su fortuna en el Callao vendiendo repuestos a los buques guaneros. Se marcha a Estados Unidos y consolida sus negocios. En la década del 80 es alcalde de Nueva York, el primero católico. La empresa Grace es una empresa enorme en el ámbito mundial y su principal foco de operaciones es la Costa del Pacífico sudamericano. Grace sentía un vínculo con el Perú y nos apoya durante la guerra. Parte de los abastecimientos peruanos fueron contrabandeados por él: muchas veces sobornó autoridades en Panamá para pasar las armas. Concluida la guerra, queda un endeudamiento brutal y lo que hace Grace, a nombre del Estado Peruano, es negociar con los acreedores para refinanciar la deuda, lo que consigue, obteniendo con ello un respiro financiero para el país. El contrato provoca acusaciones, pero había que sanear la economía. Esto permitió que el país se reinserte en la economía mundial y hacia la primera década del siglo XX el crecimiento es evidente.

¿Cómo se reorganizan las FF.AA. tras la guerra?

La guerra significó la desaparición, literal, del Ejército y la Armada. Antes de la guerra, el Ejército se componía de unidades territoriales y no había un centro de formación. Los oficiales del Cusco no tenían idea de quiénes eran los oficiales en Piura. En el caso de la Armada sí había un centro de formación, además, colonial. Después de la guerra hay la necesidad de tener un mínimo de poder militar para evitar situaciones complicadas, ya que el Perú no tenía tratados limítrofes con ningún país, excepto Brasil. La situación se complica cuando las montoneras de Piérola derrotan al Ejército en 1895. Entonces se busca la profesionalización del militar peruano y se contrata a la Misión Militar Francesa, que permanece 50 años. Pero hay que mirar las cosas con mucho cuidado: unos años antes Francia había sido pulverizada por los prusianos y el ejército francés que llega no es victorioso. Además, Francia tiene dos ejércitos: uno continental y otro colonial. Los que vienen son oficiales del ejército colonial, con percepción de ser constructores de nación, a diferencia del ejército continental, que es un actor más de una nación donde el Estado existe. En las colonias el ejército es el Estado. De allí que en el siglo XX el Ejército peruano se haya alejado de los golpes caudillistas y se haya acercado al golpe institucional: ya no se busca encumbrar una persona, sino cambiar al país. El reflote de la Armada fue más sencillo. Durante la guerra se había comprado buques que llegaron después y en 1888 se reabre la Escuela de Marina.

¿Cómo quedó nuestra percepción de Gran Bretaña?

La posguerra generó una búsqueda de culpables y la primera víctima es quien firma la paz: Miguel Iglesias. Pero en esta cacería de culpables, construimos un mito: que los chilenos no nos derrotaron sino los ingleses. No se acepta que la guerra la perdimos por, precisamente, carecer de instituciones sólidas. Todos los años se celebra la defensa de Lima del almirante Petit Thouars. Pero junto a los franceses estaban también buques de la estación naval británica, de Estados Unidos, Alemania e Italia. Y quien en realidad toma la decisión de advertirle a Baquedano que no se permitirá que Lima sea destruida fue el almirante británico, Frederick Stirling, quien se lo hace saber a Petit Thouars. Pero la percepción nacional no recoge eso. Hay una suerte de empatía con la Francia derrotada por las huestes prusianas. Esa Francia está más cerca de nuestro sentimiento.


Publicado en el diario El Comercio, 13/11/2005
El Reportero de la Historia, 5:00 p. m. | Enlace permanente | 0 Comentarios |

TOMO XII:
Jorge Basadre y la república aristocrática

Por Enrique Hulerig Villegas

Profesor del posgrado en la UNI y San Marcos, José Ignacio López Soria es uno de los intelectuales de mayor lucidez en el país. Acaba de publicar "La Sociedad de Ingenieros del Perú (1898-1908)" y "UNI, de escuela a universidad", dos valiosos estudios sobre el papel de los ingenieros en nuestra historia. Conversamos con él acerca de algunos temas del volumen 12 de la "Historia de la República", de Jorge Basadre.

¿Qué significa, históricamente, una república aristocrática?

Este es un periodo de enorme significación como conjunto. Ningún otro momento del proceso histórico republicano tiene la coherencia interna de este, de allí que Basadre le haya dado incluso un nombre. Aquí se encuentran, si bien aún en germen, las tendencias que van a desmoronar la organización social tradicional y van a postular, años después, un modelo distinto de sociedad. Desde el punto de vista económico, hay una consolidación del modelo exportador de productos no elaborados, vale decir, materias primas de escaso valor agregado. No había un gobierno aristocrático propiamente, sino una aristocracia que gobernaba; con intereses no necesariamente aristocráticos sino de otro signo. Se desarrolla la idea de que lo fundamental es el progreso, pero con poca participación de los sectores sociales. Pese a ello surgen movimientos que ya responden a intereses de clase: el movimiento de artesanos, que se convierten en obreros, y empieza la proletarización del trabajador en el campo.

¿Cuál es la dinámica de la república aristocrática?

El mercado internacional exige procesos de modernización al interior de los países y poco a poco se introduce una industria de transformación, ya no extractiva, a diferencia del siglo XIX. Los problemas fundamentales de la sociedad se enfrentan bajo la perspectiva de tres factores: primero, la búsqueda del desarrollo material; en segundo lugar, la búsqueda de legitimación del poder político, y, en tercer lugar, la cohesión social, es decir, cómo constituir una sociedad inclusiva. Estos problemas se plantean con particular agudeza.

¿No hay contradicción entre república y aristocracia?

Son dos términos antitéticos. Lo republicano se opone a lo aristocrático en la medida en que lo democrático se opone a lo aristocrático. El nombre república lleva asociada la idea de república democrática. Es inconcebible, en términos modernos, una república no democrática. Y justamente Basadre señala el carácter contradictorio de esa república, que por una parte implementa procesos políticos atenidos a tradiciones republicanas pero, por otra parte, no quiere abrir el cauce de la participación pública a todos los sectores.

En esta época los intelectuales se organizan.

Claro. Frente al estilo cerrado, de conventillo, de los partidos políticos, los intelectuales empiezan a tener su palabra. Y algo importante es que muchos proceden del propio civilismo, como Riva Agüero, que desarrolla una manera propia de ver el Perú. También están Matías Manzanilla, Vicente Villarán. O Pedro Zulen y los esfuerzos de la Asociación Pro Indígena. González Prada, además, está vigente. Se advierte que los intelectuales comienzan a despegarse y empiezan a construir el poder de las ideas. Pero hay otro tipo de intelectuales: los ingenieros, que se reúnen y tienen sus propios órganos de expresión. Se crea la Sociedad de Ingenieros, espacio donde confluyen empresarios e ingenieros con una visión distinta de la dominante.

La selva aparece también como la nueva utopía por conquistar.

En el tema de la conquista de la selva el modelo que se sigue es el civilizador. No se trata de incorporar a la selva y su población a un contexto de diversidad pues no se pensaba el Perú como totalidad.

Pero hay tres proyectos de ferrocarriles: uno de Paita al Marañón, otro de Lima al Ucayali y un tercero de Mollendo a Madre de Dios.

Y obtienen sus permisos. El Congreso revisa sus procesos, pero no avanzaban lo suficiente. Y es que había dos deficiencias fundamentales: una financiera y la otra técnica, ya que era difícil acceder a estos sitios. Finalmente, se concluyó que no eran proyectos apetecibles, pues la incorporación de riqueza era menor a la que se pensaba. Esta necesidad de apropiarse del territorio es fundamental, porque, además, contribuía a la gobernabilidad: sin vías de comunicación el Perú no era gobernable.

¿El populismo de Billinghurst posibilita el movimiento social de los años 20?

Billinghurst llega al poder como civilista pero detrás de él hay todo un movimiento social: está el movimiento de los panaderos y el de los artesanos. Es un hombre que se abre a las exigencias sociales. Con él la calle adquiere la dimensión de espacio público. Esto asusta a la oligarquía y a fin de frustrar su proyecto populista y devolverle la posta a las propuestas civilistas originales, el movimiento es abortado con el golpe de Benavides en 1914.



Publicado en el diario El Comercio, 20/11/2005
El Reportero de la Historia, 4:30 p. m. | Enlace permanente | 6 Comentarios |