Cátedra Jorge Basadre

Blog-Homenaje a la memoria de Jorge Basadre,
Historiador y Profesor de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos

jueves, agosto 31, 2006

TOMO XI:
Jorge Basadre y los ecos de la posguerra

Por Enrique Hulerig Villegas

Profesor de la Escuela de Guerra Naval, Jorge Ortiz es considerado uno de nuestros mayores especialistas en historia marítima. A su ya vasta bibliografía acaba de incorporar el libro "Perú y Gran Bretaña, política y economía a través de los informes navales británicos (1808-1839)", un acabado y valioso estudio sobre uno de los períodos más intensos de nuestra historia. Conversamos con él sobre algunos puntos del volumen XI de la "Historia de la República", de Jorge Basadre Grohman.

Basadre sugiere que el tema de los peruanos en Tarapacá es uno de los signos de la reconstrucción.

Las relaciones entre Perú y Chile se agrian a raíz de las presiones para que Chile cumpla con el plebiscito. La actitud oficial y colectiva chilena se vuelve agresiva hacia los peruanos de Tarapacá y hacia la década de 1910, la comunidad peruana se ve especialmente afectada, como sucede con los clubes o la compañía peruana de bomberos, que aún existía. Muchos peruanos viajan al Perú durante el primer gobierno de Leguía, ya que se les otorga tierras cerca de Carmen de la Legua, en un lugar conocido como urbanización Tarapacá. Pero son abandonados a su suerte. Traían costumbres y acento del sur y los limeños los veían como chilenos. En Tarapacá eran peruanos y en el Perú, chilenos.

Otro punto de interés en este contexto es, sin duda, el Contrato Grace.

William Grace era un irlandés crecido en el Perú que desarrolla la base de su fortuna en el Callao vendiendo repuestos a los buques guaneros. Se marcha a Estados Unidos y consolida sus negocios. En la década del 80 es alcalde de Nueva York, el primero católico. La empresa Grace es una empresa enorme en el ámbito mundial y su principal foco de operaciones es la Costa del Pacífico sudamericano. Grace sentía un vínculo con el Perú y nos apoya durante la guerra. Parte de los abastecimientos peruanos fueron contrabandeados por él: muchas veces sobornó autoridades en Panamá para pasar las armas. Concluida la guerra, queda un endeudamiento brutal y lo que hace Grace, a nombre del Estado Peruano, es negociar con los acreedores para refinanciar la deuda, lo que consigue, obteniendo con ello un respiro financiero para el país. El contrato provoca acusaciones, pero había que sanear la economía. Esto permitió que el país se reinserte en la economía mundial y hacia la primera década del siglo XX el crecimiento es evidente.

¿Cómo se reorganizan las FF.AA. tras la guerra?

La guerra significó la desaparición, literal, del Ejército y la Armada. Antes de la guerra, el Ejército se componía de unidades territoriales y no había un centro de formación. Los oficiales del Cusco no tenían idea de quiénes eran los oficiales en Piura. En el caso de la Armada sí había un centro de formación, además, colonial. Después de la guerra hay la necesidad de tener un mínimo de poder militar para evitar situaciones complicadas, ya que el Perú no tenía tratados limítrofes con ningún país, excepto Brasil. La situación se complica cuando las montoneras de Piérola derrotan al Ejército en 1895. Entonces se busca la profesionalización del militar peruano y se contrata a la Misión Militar Francesa, que permanece 50 años. Pero hay que mirar las cosas con mucho cuidado: unos años antes Francia había sido pulverizada por los prusianos y el ejército francés que llega no es victorioso. Además, Francia tiene dos ejércitos: uno continental y otro colonial. Los que vienen son oficiales del ejército colonial, con percepción de ser constructores de nación, a diferencia del ejército continental, que es un actor más de una nación donde el Estado existe. En las colonias el ejército es el Estado. De allí que en el siglo XX el Ejército peruano se haya alejado de los golpes caudillistas y se haya acercado al golpe institucional: ya no se busca encumbrar una persona, sino cambiar al país. El reflote de la Armada fue más sencillo. Durante la guerra se había comprado buques que llegaron después y en 1888 se reabre la Escuela de Marina.

¿Cómo quedó nuestra percepción de Gran Bretaña?

La posguerra generó una búsqueda de culpables y la primera víctima es quien firma la paz: Miguel Iglesias. Pero en esta cacería de culpables, construimos un mito: que los chilenos no nos derrotaron sino los ingleses. No se acepta que la guerra la perdimos por, precisamente, carecer de instituciones sólidas. Todos los años se celebra la defensa de Lima del almirante Petit Thouars. Pero junto a los franceses estaban también buques de la estación naval británica, de Estados Unidos, Alemania e Italia. Y quien en realidad toma la decisión de advertirle a Baquedano que no se permitirá que Lima sea destruida fue el almirante británico, Frederick Stirling, quien se lo hace saber a Petit Thouars. Pero la percepción nacional no recoge eso. Hay una suerte de empatía con la Francia derrotada por las huestes prusianas. Esa Francia está más cerca de nuestro sentimiento.


Publicado en el diario El Comercio, 13/11/2005
El Reportero de la Historia, 5:00 p. m.

0 Comentarios:

Escribir un comentario