Cátedra Jorge Basadre

Blog-Homenaje a la memoria de Jorge Basadre,
Historiador y Profesor de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos

miércoles, abril 11, 2007

Basadre y la 'Historia Romana' de Mommsen

Nacido en 1903, el mismo año en que fallecía, Basadre siempre reconoció la enorme influencia de Theodor Mommsen (1817-1903) en su propia obraConsiderada una de las más importantes de Latinoamérica e incluso una de las más sólidas a nivel mundial, la obra historiográfica de Jorge Basadre ha llamado siempre la atención por la consistencia y amplitud de la misma, la precocidad demostrada desde sus primeros libros y el permanente interés por la actualización de la ciencia y fuentes históricas.

Esta permanente atención a las novedades de su profesión (en especial a las novedades bibliográficas), fue característico de su trabajo. Un ejemplo palpable de lo afirmado lo constituye su libro ‘Los fundamentos de la historia del derecho’, publicado en 1956 y en el cual las referencias bibliográficas que consigna cada capítulo de la obra resultan no sólo las más recientes sino también las más exigentes en cuanto a teorías y propuestas metodológicas se refiere. De esta bibliografía conviene señalar, como ya lo han hecho otros, la procedencia, en su gran mayoría, la de lengua alemana, lo cual no debiera extrañarnos mucho.

Familiarizado desde muy joven con la cultura alemana (hay que recordar que casi toda la etapa escolar Basadre la hizo en el Colegio Alemán), ésta habría de manifestarse con toda su intensidad mucho después cuando empiece a pergeñar su obra historiográfica. En esta etapa de formación, la influencia de autores alemanes es notabílisima. Tal es así que el influjo ‘historicista’ de los autores alemanes de fines del siglo XIX y principios del XX, se deja sentir, como lo ha probado el profesor Miguel Maticorena de la Universidad de San Marcos, haciendo un estudio pormenorizado del vocabulario que utiliza Basadre en los libros de esta primera etapa de su obra historiográfica. Pues bien, a la hora de hacer la suma y las restas de estas lecturas fundamentales en su formación, el nombre de Theodor Mommsen (1817-1903), aunado al de su clásica ‘Historia Romana’ (1856), deberá ocupar un lugar especial en la lista. Las similitudes, o deudas, que guarda la ‘Historia de la República del Perú’ con esta obra son muchas.

En el prólogo a la tercera edición de ‘La Historia en el Perú’ (1965) de Riva Agüero, Basadre abre la mencionada introducción con una breve referencia a los autores que se han ocupado de la historia de la historiografía, la mayor parte de ellos alemanes, ponderando el aporte de cada uno de ellos. Líneas más adelante, analizando la obra que prologaba, escribe: “Riva Agüero no debió preferir, sin duda, cuando escribió las páginas de La Historia en el Perú, a las producciones dedicadas sólo a los especialistas, a otros eruditos, a un reducido círculo. Si conoció libros como Historia Romana de Theodor Mommsen, debieron encartarle no sólo por su erudición sólida, cimiento de toda producción perdurable, sino por su saber multifacético, su vitalidad desbordante, su aptitud perenne para atraer a un vasto número de lectores”. Como puede verse, una cita que resulta reveladora sobre las primeras y decisivas lecturas de Basadre.

Basadre, siguiendo a Mommsen, escribió su Historia de la República practicando los principios que halló en la obra del ilustre romanista. Es por eso que no resulta gratuito afirmar que la Historia Romana y la Historia de la República son, cada cual en lo suyo, no sólo lo más completo que se haya podido escribir al respecto, sino también obras difíciles de superar. ¿Resulta exagerado este juicio? No. No porque ambos elaboran obras en las que la erudición no es sinónimo de oscuridad, la profundidad no se riñe con un estilo narrativo asequible a todos los públicos y en las que el análisis del pasado gravita sobre el presente. Por otro lado, tanto nuestro historiador como el erudito alemán han forjado sus espíritus en el ejercicio apasionado de sus ideas.

Políticos y periodistas ambos, los acontecimientos sociales de su tiempo no les fueron ajenos; ya sea con la pluma o con su participación directa en los hechos, la comunión con la “historia viva” les permitió entender mejor el pasado, afilar sus juicios. Mommsen participó en la revolución de 1848, que sacudió a toda Europa; Basadre toma parte en las jornadas estudiantiles de 1920 y más decididamente en el plebiscito de 1926 de Tacna y Arica. Ambos salen heridos de sus respectivas experiencias y con una visión de la historia y la sociedad de su tiempo. Mommsen escribiría más tarde: “Los que han vivido momentos históricos, como yo, empiezan a ver que la historia no se escribe ni se hace sin odio o amor”. Líneas que explican muy bien el tono polémico con que está escrita la ‘Historia Romana’ y que la ha hecho tan atractiva a través de generaciones; como también explica porque la constante preocupación de Basadre en todos sus libros por superar el “abismo social” que separa al “Perú oficial” (Estado) del “Perú profundo” (el pueblo). Quien se haya acercado a la ‘Historia Romana’ y conozca la ‘Historia de la República’ podrá fácilmente advertir la gran diferencia que hay entre el tipo de historia de sus páginas y las de las obras de aquellos que les precedieron.

“Erudición sólida, cimiento de toda producción perdurable”. Lo que apuntaba Basadre en 1965 sobre Mommsen puede decirse de su propia obra. Saber, vitalidad, atracción, eso es lo que hay en la ‘Historia de la República’. En cada una de sus páginas descubre, desmonta y analiza el entramado político que ausculta, pero en el que la geografía, la economía, el derecho y las instituciones, las artes y la literatura, las costumbres populares, la evolución de las ideas, la educación, las relaciones internacionales, están tratadas y expuestos con una prosa que ha convertido a Basadre en un clásico de nuestras letras, del mismo modo que Mommsen se convirtió en un clásico de las letras universales (recibió el Premio Nobel de Literatura en 1902, merecidamente y por más polémica que en su momento haya suscitado su concesión). Resulta asombroso apreciar la agilidad del estilo incisivo en que están escritas ambas historias y que emparenta, una vez más, a ambos autores. La lectura temprana que Basadre hizo de Mommsen le reveló, si no influyó, cuál debería ser el acento que debía imprimirle a su propia obra y que desde sus primeras monografías y estudios puede apreciarse.

El Reportero de la Historia, 9:15 a. m.

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