Cátedra Jorge Basadre

Blog-Homenaje a la memoria de Jorge Basadre,
Historiador y Profesor de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos

domingo, julio 01, 2007

El Perú y el maestro

Por Enrique Bernales Ballesteros
Jurista


Fue historiador riguroso por su formación, pero también filósofo por vocación y necesidad

Para afirmar una identidad digna, los pueblos buscan lo mejor de sí mismos. Los peruanos tenemos un radigma del cual enorgullecernos: Jorge Basadre. En su reflexión y análisis la historia es un punto de partida y una proyección. La síntesis de aquello a lo que aspira es la promesa de la vida peruana. Esto tiene relación con el concepto que Ernest Bloch definió como "el principio de esperanza". La historia permite constatar que la vida es siempre, como se titula una narración de Borges, un jardín de senderos que se bifurcan, un juego de posibilidades; siempre un principio.

El compromiso de Jorge Basadre con la vida nacional puede resumirse en la generosa sentencia que precede a "Perú: Problema y posibilidad", cuando afirma que sus páginas fueron trazadas "sin el ascetismo, la inspiración ni el apasionamiento del apóstol, pero anhelando la serenidad del hombre justo". Como en Pascal, la serenidad sigue a la inquietud y precede a la plenitud. En Jorge Basadre la visión de la historia se desliga de todo ímpetu y adquiere el análisis moderado de quien mira el pasado con un ánimo objetivo, de paciente buscador de la verdad.

Si la historia surte de lecciones, Jorge Basadre es un maestro. Vinculó lo que alguna vez fue con aquello que aún puede ser, sin desdeñar la advertencia sobre lo que se debe evitar. Su visión de conjunto lo torna en un historiador de respuestas.

Pero Basadre es más que un historiador, es un humanista. Su disposición para el estudio, el amor por "la tierra y sus muertos", la cátedra universitaria, la esforzada labor de director y reconstructor de la Biblioteca Nacional, la impecable gestión de ministro de Educación en los gobiernos de Bustamante y Rivero y de Manuel Prado y su disposición abierta al magisterio lo alejan de ser un personaje ensimismado. No es un intelectual de gabinete sino uno que democratiza su conocimiento y se entrega incondicionalmente a la tarea esencial de la sabidu ría: enseñar.

Fue historiador riguroso por su formación, pero también filósofo por vocación y necesidad. La historia no solo es consecución o devenir, sino también elementos para la reflexión. Logró que los jóvenes lectores comprendieran que, por ejemplo, ejercer la política sin un bagaje histórico es avanzar hacia atrás y repetir los errores. La historia no es ucronía, pero una perspectiva como la que emplea Basadre nos lleva al si de las oportunidades perdidas. ¡Ah si la historia hubiese dado giros desde los albores republicanos, el presente vivo y el futuro tendrían otro cariz!

En efecto, si los primeros generales no hubiesen adquirido el hábito de disputarse la presidencia en los campos de batalla; si los constituyentes de 1822 hubieran superpuesto el ideal liberal republicano a los apetitos autoritarios de los caudillos; si la prosperidad del guano no hubiese sido falaz; si el siglo XX hubiese comprendido que el respeto a la democracia es condición de estabilidad y crecimiento y si el consenso hubiera ganado la partida a las tendencias extremas de los actores políticos... ¿Verdad que seríamos otro país? Pero debemos aprender de lo que pudo ser e identificar a los responsables del destino histórico. Combatamos, no obstante, a los escépticos, a aquellos que Jorge Basadre calificaba como los enemigos del Perú, esos que persiguen convertirlo en una charca, un páramo o un incendio.

Basadre no solo denunció las actitudes perniciosas sino que también trazó en el papel la dicotomía ideológica de la República sin renunciar a su propio pensamiento, reafirmando al mismo tiempo una metodología de historiador científico. Su socialismo fue realista, sustentado en la libertad, la justicia y la realidad de una nación que solo podía emerger y compenetrarse con el mundo siendo una sociedad abierta, sin dogmas aunque con utopías. Sabía el maestro que toda ideología "es una perspectiva parcial con pretensiones de totalidad".

Este es un tiempo de definiciones, en el que la transición nos impulsa a un consenso que solo puede legitimarse por la esperanza. De cara a esta coyuntura es útil recordar con Basadre que "quienes se solazan con el pasado ignoran que el Perú, que el verdadero Perú, es todavía un problema. Quienes caen en la amargura, en el pesimismo, en el desencanto, ignoran que el Perú es aún una posibilidad. Problema es, en efecto y por desgracia el Perú; pero también, felizmente, posibilidad".


Publicado en el diario El Comercio, el 12/02/2003

El Reportero de la Historia, 8:10 a. m.

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